11/07/2011

Mod@le$ V!su@le$

Los modales, son casi siempre un indicador que nos demuestra la cultura y la sabiduría de una persona, es decir que de una manera u otra los buenos modales de una persona habitualmente dan una buena impresión de ella. Por consiguiente los malos modales de una persona le conllevarán, a priori, una desconfianza y enemistad de sus compañeros. Estos razonamientos son más que lógicos y evidentes, para una persona cabal, lo único que ocurre es que, quizá, algunos son un poco “olvidadizos” en el tema del tacto con los demás y con los modales, tan importantes, mejor dicho imprescindibles en la sociedad en la que nos encontramos, pues nos pueden facilitar favores, puestos de trabajo, y muchas otras cosas más.

Estos olvidadizos, por no calificarles de mal educados destacan sobre todo, en cuanto a lo que los modales se refiere, por sus formas de dirigirse a una persona a la que deben respeto o a la que desconocen. Estas terribles formas son básicamente, no mirar a la cara del interlocutor, insultarle sin razones ni argumentos (aunque nunca hay razones y argumentos para insultar a una persona, pues todas merecen respeto...) o incluso quedarse mirando a una persona que no conocen de nada como si les fuera la vida en ello o porque han descubierto algo fuera de lo común en su cara o cuerpo, ya sea nariz pequeña, pelo largo, camisetas extraordinarias, pantalones ceñidos, tintes extravagantes...
Centrándonos en las personas que se quedan contemplando a otras personas como meros mochuelos, narraré una anécdota que suele ocurrirme cuando me marcho a correr por una zona de mi pueblo bastante transitada por corredores pero también por viandantes y conductores, entre los cuales se mezclan los indeseables mal educados a los que me estoy refiriendo. Pues bien, empezaré, un día me fui a correr por la tarde, como siempre hago, iba yo tan tranquilo corriendo cuando de repente un motorista no profirió una serie de insultos a mí y a una chica que estaba corriendo cerca de mí. Ni si quiera me hubiera dado cuenta de que habíamos sido insultados si no fuese porque oí unos chillidos que al principio creí que eran de una animal y resultaban ser de una bestia y porque le pregunté a la chica lo que nos habían dicho, seguramente el chico, por llamarlo de alguna forma, era mayor que yo, pero lo que estaba claro es que su edad cerebral no era mayor que la de un cangrejo (Mis sinceras disculpas a las organizaciones en defensa de los animales y a los propios cangrejos por haberlos comparado con este individuo...) y que seguramente, desearía a toda costa hacer mofa y gracias, con el simple fin de que sus amigotes le aceptaran en su “manada” de matones empedernidos y descerebrados unidos, la famosa M.M.E.D.U., lo cual es verdaderamente triste.
Desafortunadamente, esto es el pan de cada día de muchas personas, en cambio el mío es que se me que den mirando como si fuese la única persona del mundo cuando corro. Estas personas primero miran, o que hemos hecho todos en nuestra vida mirar a una persona claro que nosotros la miramos que se yo, 5 segundos como máximo, si nos aburrimos 10, pero esta gente después de estos segundos observa con tanto ímpetu como el que pone un artista al deleitar a sus espectadores, y esto claramente es molesto a la par que inquietante, ¿Qué estarán pensando y mirando...? ¿Soy tan famoso? Yo pienso que no, ellos miran porque nadie les ha dicho que es de mala educación, porque se aburren de una manera desmesurada y salen a la calle para incomodar a otros, debe de ser su única y limitada aspiración en la vida, o es que, puede ser que miran a todo el mundo que es mejor que él...

En resumen, mirara no es malo pero demasiado roza la ordinariez, así que animo a todas estas personas que se quedan mirando a otras que paren de hacerlo pues es estúpido y les conllevará cosas malas, en fin que no estoy queriendo ser prepotente o soberbio, ni mucho menos, estoy dando la opinión de una persona cansada de lo narrado previamente y solo deseo ayudar y decir a estas personas que de seguro que son buenas que demuestren que no son bestias o mal educadas cuando son mucho más que eso, no quedándose mirando a una persona que agacha no les devuelve la mirada porque está demasiado ocupada para atender a sus miradas impertinentes.

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