Ante la persistencia de la pregunta a las personas del colectivo LGTBIAQ+ sobre cuándo se dieron cuenta de su condición diversa, decido escribir sobre mi experiencia personal para así explicar lo político. No podemos unificar las experiencias de un colectivo entero tan diverso en sí: identidad y expresión de género, orientación sexual, no binarismo, intersexualidad, asexualidades… Para que venga nadie a reducirnos.
La pregunta de “cuándo te diste cuenta” ya tiene su intención ¿no os parece?
¿Cuándo te diste cuenta de que no eras normal?
Hay diversidad en la respuesta y siempre la habrá pero quiénes hemos tenido la suerte de reconocernos y descubrirnos tempranamente, así como aguantar las desgracias de tercerxs, tenemos una rápida respuesta. Habrá otrxs que cuestionen el eterno debate de si se nace o se hace, que tengan experiencias concretas recordadas para contribuir a modo de ladrillo en esta gran casa acogedora que es el imaginario de nuestra representación diversa. Y habrá a quiénes les dará tan igual que ni siquiera se lo hayan planteado. Al fin y al cabo, tener tiempo de autocuidados también es un privilegio, pese a que lo queramos para todxs.
¿Y tú cuándo te diste cuenta de que eras normal?
Cuando alguien cisheterosexual te hace la pregunta de cuándo te diste cuenta de que eras LGTBIAQ+ a veces le respondes con una cifra, otras con una pregunta y últimamente yo estoy respondiendo con un alegato político. Por aquello de que lo personal es político, ya sabéis. Creo que es la forma más adecuada de que reconozcan su privilegio. Hay personas del colectivo que se han dado cuenta de su condición más recientemente, de forma tardía ¡vaya! Otrxs lo hemos visto como lo normal.
Cuando preguntes cuándo te diste cuenta, especifica que lo que quieres saber es de su conocimiento de la opresión.
Considero que se nos pregunta de forma errónea o incompleta. Como he dicho, algunxs no nos dimos cuenta de quiénes éramos, lo asumimos como lo normal, como otra condición del ser humano más. No con esas palabras, evidentemente, que unx no es tan cultx. Muchxs nos dimos cuenta de la atracción o de la identidad conjuntamente a la par que vosotrxs. La diferencia, como sabéis, radica en que al comunicarlo nosotrxs sentíamos opresión y otrxs aprobación, felicitaciones o empatía. Así que así es amigxs, nos dimos cuenta cuando se nos dijo que lo nuestro no era lo normal, no era lo correcto, no estaba bien, iba contra natura, era pecado o cualquier otro sinónimo cisheteropatriarcal que se os ocurra.
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Fotograma de la película Stonewall 1995 |
El problema no era mi diversidad sino su represión.
La experiencia es la siguiente que os paso a narrar. En la infancia siempre me imaginé con una pareja de mi mismo género, lo veía algo normal. Estamos hablando de edades más que tempranas ¿7 años? Cada cual con su pareja con el género deseado, tampoco es que me lo cuestionara en exceso, o incluso lo más mínimo, era tal y como me sentía. Mi experiencia personal fue innata, no es única ni singular, pero es lo que yo sentía. La primera vez que me llamaron maricón en el colegio no entendía muy bien su significado. Supuse que me lo llamaban porque no me gustaba el futbol y sí el animen jugar con muñecas, descubrí que era más porque no me gustaban las cosas que a los chicos habían de gustarles. Me fui fijando cada vez más en el significado de esa gran palabra ¿a quiénes se lo llamaba la gente? No lo descubrí al principio hasta los 10 años aproximadamente, cuando descubrí que serlo no estaba bien visto. Era extraño porque yo seguía imaginándome con una pareja de mi mismo género pero sabía que estaba mal visto, no sentía especialmente miedo no obstante, me confundía.
Cuando la identidad y la orientación sexual se solapan por la ignorancia.
Una época de mi infancia tardía y adolescencia temprana me imaginé como una mujer. No me identificaba como tal, sabía que no era trans, pero me resultaba más fácil imaginarme como mujer en cuanto a tener pareja hombre, tras descubrir que ser marica estaba “mal”, supuse que imaginarme como niña era más coherente. Fantasear con un novio siendo yo su chica. Yo estaba cómodo con mi género pero mi conciencia me decía que algo fallaba. Todo volcó e implosionó cuando a mi yo de 10 años le dio por transmitir esos pensamientos a otro chico de mi misma edad, y este decidiera comunicarlo a todo el santo colegio y profesores incluidos.
¿Cuándo te diste cuenta de que eras LGTBIAQ+? Siempre lo he sabido ¿Cuándo experimentaste plenamente que no estaba bien visto? En ese preciso momento. Y creedme, querer suicidarte con 10 años en una soberana mierda, no tener a quién contar la verdad detrás de tus actos y pensamientos más profundos es una desgracia, que te recordaran todas las mañanas tu “pecado” era como morir un poco cada día.
Considero que se debe ser cuidadosx con según qué temas en referencia a la infancia LGTBIAQ+ y las preguntas sobre nuestras experiencias. Es un constante aprendizaje, incluso para nosotrxs. Verdaderamente no tiene tanta dificultad no ser LGTBIAQ+fobo, simplemente considero que no estamos nosotrxs para saciar la curiosidad morbosa de nadie.
Con este artículo también aprovecho para hablar de las experiencias del niño marica. Desde la extrema derecha y los sectores más reaccionarios de la iglesia católica y otras religiones se toman muchas licencias para hablar en nombre de la infancia. Critican fervientemente a las familias con diversidad sin tapujos y consideran lógico que la condición de diversidad identitaria o afectiva, entre otras, se transmite como de si cierta enfermedad vírica se tratase. Aquí un servidor que nació en familia más bien conservadora aunque también transformadora y cisheterosexual que les salió marica. Confieso que no tuve ninguna influencia de diversidad (¡Ojalá!), ni vi ninguna película prohibida o me zambullí en la marmita rosa de la purpurina. Soy así porque siempre lo he sido, siempre lo he sabido y estoy orgulloso de serlo. Respetando todas las orientaciones, expresiones e identidades; con mirada interseccional y consciente de mis privilegios como chico, blanco, cisgénero que llega a fin de mes y tantos otros privilegios que nos quedan por reconocer y descubrir. Amigx, date cuenta.