Muchas
veces, de niñxs, se nos ha preguntado acerca de nuestros miedos. A tan temprana
edad hemos podido aducir miedos, la mayoría, bastante irracionales y otros no
tanto: el coco, el monstruo de debajo de la cama (que queda totalmente neutralizado
cuando nos tapamos con una fina sábana), las acelgas o la oscuridad. Tras una
leve maduración, cuando somos adultxs, nos planteamos temores más, pues eso, de
adultxs: el paro, el hambre, la muerte o las diferentes presentaciones de la
discriminación o a sufrirlas de algún posible modo. Y es cierto que los miedos
son diferentes en cada persona, sin ignorar que ciertos colectivos confluyen en
alguno: el de la discriminación.
En este
artículo me querría centrar en las formas de discriminación que más asustan a
corto plazo, las que nos provocan miedo de verdad, las que nos hacen temer por
nuestra vida.
El toque de
queda, a lo largo de la historia de la humanidad, ha tenido diferentes
funciones. Un toque de queda puede ser prefijado con objeto de proteger a la
ciudadanía. En una guerra debe haber un toque de queda, quizá, para tratar de
salvaguardar la integridad física de lxs habitantes de una ciudad que está
siendo atacada, bombardeada, cercada o sitiada. Es más, ese toque de queda
puede derivarse en una protección más férrea en forma de refugios antibombas como
ocurría en el Londres de la II Guerra Mundial o, sin olvidarnos, en la Siria de
2017.
Por otro
lado, y no se nos debe escapar, hay otro tipo de toques de queda: los que solo
sirven para plantear a una persona según su color de piel, género, orientación
sensual/ sexual, clase social o cuerpo. Además hemos de recordar que este tipo
de toques de queda o toques de atención no son, ni muchísimo menos,
restricciones de tiempo remotos. Sí, es cierto que entramos en la dicotomía
oficial/ tácito mas siguen siendo muy reales. Conocemos el toque de queda que
tenían las personas negras norteamericanas en los tempranos años tras la
abolición de la esclavitud, por no hablar de lo que supuso el apartheid en Sudáfrica
o supone el del estado de Israel hacia Palestina como forma de discriminación
legal, sin embargo nos empeñamos en abandonar en el olvido ciertos toques de
queda tácitos y no recogidos en ninguna norma jurídico-legal y que siempre han
existido en nuestra sociedad.
Me quiero
centrar en este artículo en el toque de queda pero me es imposible no relatar
en primer lugar otras formas de discriminación legal pero amoral, altamente
relacionado con el tipo de toque de queda del que hablaré posteriormente.
El
feminismo denuncia diariamente que las mujeres, pese a ser más del 50% de la
población no acceden a puestos de alta cualificación, cobran menos por los
mismos trabajos, ocupan los trabajos más precarios e incluso, en ocasiones, ni
siquiera cobran por el trabajo (véanse los cuidados para poner un ejemplo). El
caso de las personas LGTBI/GSRDI es claro también. Las trabas impuestas en los
trámites adquieren dimensiones inimaginables si la familia demandante se trata
de una no heteronormativa, el caso de las mujeres lesbianas es también
indignante: en caso en que una pareja de mujeres lesbianas decida gestar a un
hijo mediante fecundación in vitro, al nacer esx niñx solo será hijx de la
madre que le gestó y parió ¿Qué debe hacer la otra miembro de la pareja? Si
quiere ser madre a términos legales deberá adoptar al retoño de su pareja,
procedimiento alejado del que hacen las parejas heterosexuales donde se da por
supuesto que el hombre que acompaña a la mujer al registro civil es ¡claramente!
su padre biológico. El caso de las personas no cisgénero, es decir trangénero,
pasa a ser escatológico, todavía más cuando en pleno siglo XXI su
despatologización es una quimera cuasi inalcanzable en la gran mayoría de
países. Y seguiríamos con las personas con cuerpos no normativos, diversidad
funcional, racializadas o migrantes.
En el meme
feminista que os adjunto se explica excelentemente lo que significa el toque de queda que
impone el cisheteropatriarcado al mostrar como una mujer explica que, yendo por la calle le paró un hombre preguntándole a dónde iba tan sola, a lo cual ella se ríe al
recordar que eran 6 mujeres, que de ningún modo iba sola (*).
Las
mujeres, personas racializadas, LGTBI/GSRDI, gordas o migrantes tienen un toque
de queda especial y no escrito a partir de ciertas horas de la noche y en según
qué lugares.
Hace unos
meses saltó la noticia de que un chico murciano empapeló su ciudad con mensajes
para una chica que vio en un tranvía una noche a las 22:30. Aparentemente un
acto de amor romántico de lo más normativo (evidentemente para el chico) se
convirtió e un acto de acoso en toda regla, ¿Por qué? ¿Quizá por que la chica
no “cumplió” el toque de queda? Pues posiblemente. Ver a una mujer sola en
muchos ámbitos como medios de transporte público así como en la calle o
discotecas; sobretodo a ciertas horas de la noche pese a que sean de la
temprana noche, ¿te justifica mirarla insistentemente hasta incomodarla? Y si
no te corresponde, lo cual es altamente probable, (ya que, como mínimo todos
los meses una mujer es violada por un hombre, de noche y en espacios públicos
no seguros) ¿estás legitimado a empapelar toda tu ciudad, por amor, para que
esa mujer se entere de que como hombre le has concedido el “privilegio” de
sentirte atraído por ella? ¿Por qué no acercarse educadamente a decirle lo que
piensas? ¿Que porque le entraría miedo a la chica? ¡Ah! ¿Y al mirarla como un
búho acecha a su presa no? ¿Cuál hubiera sido la actitud correcta para el
patriarcado? ¿que la chica hubiera accedido a las miradas insistentes de su
admirador “confeso”? Lo que no sabría ese chico murciano es que las mujeres
tienen un toque de queda, que las mujeres no pueden ir solas en según qué
espacios, no pueden llevar según qué ropas, no pueden, por seguridad. De todos
modos si miras a una persona insistentemente y esta te ignora, no hace falta
ser ningún sabio, ni mujer, ni heterosexual para adivinar lo que estará
pensando. No es no, a veces incluso aunque no se verbalice, el contexto ayuda.
Otro toque
de queda que compartimos la gran mayoría de minorías y no tan minorías es el de
la noche en general. Algunxs se preguntarán el porqué de los llamados “guetos
rosas”. Ya sabéis, los comúnmente conocidos como barrios o lugares gay-friendly. Evidentemente, desde el
colectivo aspiramos a que estos lugares exclusivos se incluyan en todos y cada
uno de los ámbitos de nuestra sociedad. Que nos podamos sentir como somos de
verdad en el trabajo, el la discoteca, en el bar, en la iglesia, en la calle de
noche, en los medios de comunicación o en cualquier otro lugar y país. Y estos
“guetos”, estos lugares de protección LGTBI/GSRDI, surgen por el toque de queda
establecido. Seamos sincerxs: una persona transgénero, lesbiana, gay, marica,
bisexual o simplemente no heteronormativa no está igual de cómoda que un hombre
blanco y heterosexual a ciertas horas y en ciertos espacios. Y este suceso debe
llevar un nombre para poder empezar a combatirlo ya que, una persona
LGTBI/GSRDI sola o en pareja se expone: a ser vejada, humillada, violada e
incluso asesinada. Y desgraciadamente no solo pasa en el pequeño pueblo donde
todxs se conocen, en las grandes ciudades como Barcelona, Madrid o València
también lo estamos viendo. Costumbres tan inofensivas como coger el metro un
sábado a las 20:00, a muchxs, nos sigue suponiendo un gran esfuerzo. Romper con
el toque de queda es un acto político liberador y la esperanza podrá ser mayor
que el miedo, pero cuando has tenido una mala experiencia, mucho más cuando
nunca la hubieras tenido si fueses una persona heteronormativa o
cisheterosexual, cuesta vencer al miedo. No han de poder con nosotrxs.
Como último
toque de queda relataré el gordofóbico, no sin admitir que me dejo otros
muchos, sobretodo de la mujer. No obstante diré que estoy preparando otro
artículo en el que hablo sobre la violación y la culpabilización social hacia la
mujer en el que trato estos temas más detenidamente.
Yo creo que
es algo fácil de entender que un sistema que oprime nunca va a tolerar que la
persona oprimida destruya sus engañosos y falsos discursos o que no se vea
afectada por los mismos. Y es que, curiosamente, una persona gorda tiene
ciertas actividades restringidas en horas en que otros colectivos pueden vivir
con mayor normalidad ¿Habéis preguntado a una persona gorda cómo se siente al
hacer ejercicio a plena luz del día delante de personas con cuerpos normativos?
¿Y le habéis preguntado lo que les dicen al verles consumir productos
saludables? Mirad, una persona gorda no puede ir a un restaurante y pedirse un
helado de tres bolas pues, ¡ese es su propio toque de queda! Para la gordofobia
nosotrxs no disfrutamos de la comida sino que la comemos por nuestra enfermedad
obsesiva llamada vagancia. Además ¿qué es eso de unx gordxs haciendo ejercicio?
¿A caso nos atrevemos a cuestionar los discursos de alguien gordófobx? No, no,
aquí si queremos levar una vida saludable pero somos gordxs debemos de hacerlo
¡a escondidas! Porque torcemos sus discursos y porque claro nuestra estética
les molesta. Cosa que no nos debe entristecer, nos debe empoderar.
Ojito que
con la comida pasaba lo mismo que con el ejercicio: lo no saludable es malo,
pero lo saludable solo autocomplacencia. Hemos de demostrar a la gordofobia que
nos pediremos una ensalada porque nos sale de las lorzas y haremos ejercicio si
nos sale de nuestros gordos y hermosos traseros. No estamos aquí para complacer
su supuesta superioridad ética, estética y en salubridad, estamos aquí para que
no nos impongan toques de queda, ni nos lo impongamos nosotrxs, que esa es
otra.
Muchos
hombres, blancos, heterosexuales y con cuerpos normativos podrán decir que esto
del toque de queda, ellos, también lo han sufrido. Hemos de explicarles
nuestras experiencias, lo que supone que haya un sistema de dominación hacia
diferentes colectivos y que una cosa es ir con el teléfono móvil en la mano de
noche en un barrio en el que son frecuentes los atracos (lo cual es indignante,
nadie lo cuestiona, y menos yo que para que veáis lo tonto que soy me ha pasado
¡2 veces!) y otro muy diferente el miedo de coger el metro por la tarde por si
te llaman marica, se enteran tus padres y te echan de casa o el miedo que tiene
una mujer que camina sola hacia su casa por al noche. Si sigue sin entenderlo,
pues oye ¡no sois prefesorxs tampoco! Ser didácticx es importantísimo pero
también lo es vivir como unx es ¡Ya lo intentaréis otro día! ¡No desistiremos!
¡Que a pesadxs no nos gane nadie!
Y ya quería
concluir con un concepto que he comentado anteriormente: el toque de queda
autoimpuesto. Decía alguien, creo que Descartes, que no podemos cambiar el
mundo sin habernos cambiado previamente a nosotrxs mismxs. En este caso, la
cita serviría para hacernos ver que los toques de queda también tienen
componentes propios, se mezclan con nuestros miedos y nuestras experiencias
pasadas para crear, junto la propia discriminación hacia las que los colectivos
que ya comenté se ven sometidos, un gran monstruo que te paraliza totalmente.
Analicemos los riesgos y los beneficios que tenemos al incumplir todo tipo de
toques de queda no oficiales y vayamos poco a poco desmontándolos, yo creo que
así podremos con todo. Yo de momento me voy a hacer ejercicio, no vaya a ser
que se acostumbren…
(*) Sé que debí haber quitado la explicación del meme pero, escribí este artículo hace meses y en ese momento no encontré el meme... Me ha parecido gracioso dejar la explicación ¡Me parecía gracioso que a la desesperada me pusiese a explicar un meme! ¡No me juzguéis insensatxs!