Al vivir más de 22 años en València, uno se siente tan
valenciano como español, y viceversa (¡Qué soberbia la mía! ¡Yo hablando de mí
mismo en 3ª persona!). Este planteamiento no sería válido ni para ciertas
personas catalanistas ni españolistas, las cuáles te dirían en según qué
idioma: “estás equivocadx”. Entonces tú como buenx ciudadanx les explicarías
que en tus sentimientos de nación no entra nadie, sino que mandas tú, o
básicamente coges el camino fácil y seguro pasando completamente de ellxs. Y
esto, señorxs, sería un acto político no institucional como cualquiera. Mas
dejando a un lado, tan solo por un momento, estos planteamientos, paso a
introducir otra vez el tema de las naciones y las nacionalidades. Sí,
seguramente ya lo habré tratado en un artículo en este blog, llevo más de 100
artículos escritos (y los que no veis, o los que quedan…), pero como todo fluye
y nada es pues lo vuelvo a traer muy a colación de la actualidad política de
los últimos dos años. Con varias plurinacionalidades, anacionalidades… al fin y
al cabo, es lo que toca. Y como el
enfoque de nación que quiero tratar ahora, no está relacionado de ninguna forma
con el respeto o atentado contra los DDHH (aunque sí de las opiniones), pues,
me permitiré algunas licencias. Verdades absolutas sobre esto no hay, ya que al
fin y al cabo, son sentimientos los que imperarán la nacionalidad real de la
persona.
Una nación es una entidad cultural, lingüística, social,
histórica, sentimental, política y a veces institucional (pues hay naciones sin
estado, véase Kurdistán, Euskadi o Catalunya entre otras y con sus diferencias).
E incluyo lo de sentimental por aquello que decía Chavela Vargas: “lxs
mexicanxs nacemos donde nos da la rechingada gana”. Esto tiene una traducción
muy directa en España, nación de naciones, y es que tú no eres nadie para
decirle a unx gallegx, catalánx, vascx, valencianx, canarix… que son españolxs
y que deben sentirse de ese modo, a no ser que quieras entrar en el absurdo
juego del nacionalismo español o españolismo.
Y es que hay que descubrir por fin al nacionalismo español,
de derechas por cierto. El nacionalismo español como tal es claramente el
remanente franquista que todavía se empeña en no morir en estos años que corren.
Un nacionalismo que se olvida de la historia, trata de extinguir la cultura no
(supuestamente) españolista y criticar ferozmente a quiénes traten de hacer lo
contrario, y subordinar cualquier lengua que no sea español (ya que no lo
puedes llamar castellano, pues sino eres unx despiadadx independentista) a la
cooficialidad ficticia o directamente al olvido u odio lingüístico
institucional.
Primero obviando la historia de España y sus naciones ¿Cómo?
En la “batalla” por la centralización institucional y artificial. España
“únicamente” fue centralizada durante la dictadura fascista y franquista (pues
aunque queden remanentes de ello, al menos ahora existen las autonomías… ¡café
para todxs!). Y es que las diputaciones quizá sí sean inútiles, habría que
analizarlo, pero reducir el estado español a lo que es válido para Madrid o
Castilla me parece una estupidez. El autogobierno sirve para gestionar los
recursos que da y garantiza cada tierra y su sociedad “autóctona”, y garantizar
los derechos básicos para su ciudadanía, ya que estaremos de acuerdo en que
Madrid no tiene el mismo problema de paro juvenil que Andalucía, o Euskadi no
tiene el mismo problema ecológico y contaminante de Madrid, cosas de la
capitalidad y los desgobiernos populares (recuerdo que los populares son esa
mafia corruPPta que se hacen llamar moderados…) respectivamente, o al menos eso
supongo.
Quizá el tema institucional y burocrático sea un tanto más
cochambroso de explicar, pero ¡con la cultura hemos topado! Y es que he de admitir
que mi ejemplo favorito es la tauromaquia, recurso de muy dudosa calidad
artística y alto valor torturador que al nacionalismo español más rancio,
apasiona. Los toros, afición favorita de Esperanza Aguirre, alias: la condesa
de “tol facherío”, evidentemente es un tipo de tortura que no agrada a la
mayoría, pero como se lo toques al nacionalismo español te puedes llevar una
buena reducción de los fondos de liquidez autonómica. Catalunya fue la primera
autonomía (o si gustáis nación) que decidió, sabiamente, prohibir la tauromaquia,
al menos en plazas de toros. Las reacciones del nacionalismo español no se
hicieron esperar, ignorando que esta abolición se trataba de llevar a cabo una
mayor defensa de los derechos de los animales y no ninguna ofensa a la cultura
españolista (mayoritariamente de derechas, escasas veces verás a un político independentista
criticando la poesía de Lorca; Esperanza seguro que se lo pensaría dos o tres
veces). Porque la cultura española nada tiene que ver con la españolista (Sí,
hasta para la cultura tenemos ideologías).
Sobre la lengua podríamos también escribir miles de
artículos. Yo , aunque supongo que con el resto pasará algo similar, hablaré
del caso que mejor conozco porque lo he vivido, y es el caso del català o como
lo llamamos en el País Valencià, valencià. Lengua totalmente subordinada,
anecdótica y discriminada tanto en el colegio o las instituciones como el la
vida pública en general. Sin obviar el hecho de que el País Valencià (PV) es el
único territorio europeo con lengua propia sin medios de comunicación públicos
que informen en dicha lengua ¡Ni TV3 (TV catalana) nos dejan ver! Sé que el
caso de mi territorio es especial pero es increíble lo poco que se valora una
lengua que se habla en un territorio de más de 13.000.000 de personas, una
lengua con más de 9.000.000 de hablantes… Nadie cuestiona el finés o el valón
incluso, que no sobrepasan los 7.000.000 de hablantes ¡Pero claro! ¡Es que en
el PV también se habla castellano! ¡¿Para qué hablar y aprender valencià?! Pues
evidentemente porque el conocimiento nos hace libres. Si tú no estudias nunca
valenciano, jamás podrás decidir hablarlo o no, en cambio, si lo estudias,
podrás escoger no hablar o hablarlo libremente. Si no conoces algo,
evidentemente jamás podrás decidir ponerlo en práctica. Esto parece razonable,
pero para personas que pecan un poco de nacionalismo español esto es un
sinsentido. Yo estudiaba 3 míseras horas de valencià a la semana, en la escuela
¡Y porque entraba en el selectivo! ¡Y encima te dicen que son demasiadas! ¡Que
le quita horas al inglés! ¡Pero si también dábamos 3 míseras horas de inglés a
la semana! ¡Pero si es mi cultura! ¡Es una lengua que quiero conocer! ¿Por qué
no debo poder aprenderla y usarla?
Concluyendo que ya me alargo demasiado. No estoy criticando
a nadie que se sienta español, yo mismo me siento español, si no os lo creéis
id al principio del artículo. Nadie me puede decir que yo no me sienta español,
pero como ya he dicho en otras ocasiones, para mí ser español es poder
emocionarme con un poema de Pedro Lezcano, Rosalía de Castro, Lorca, Estellés, Espriu, Pardo bazán o Maria Mercè
Marçal. El nacionalismo español como otros sentimientos de nación tan
excluyentes solo sirven para separar y empobrecer las culturas. Llevar una
bandera de España casa perfectamente con leer Nosaltres els valencians de Joan Fuster, claro que, eso el
nacionalismo español no lo entiende. Y me encantaría demostrárselo a
españolistas como Esperanza Aguirre y muchxs amigxs que tengo (no hace falta
irse tan lejos) ¡lo que os estáis perdiendo! ¡Os perdéis una cultura tremenda
por los dichosos prejuicios! Y ya saltando un poco el tema más sentimental, finalizaré ya, diciendo que aquello que llaman los medios españolistas de derechas
como nacionalismo, independentismo o separatismo ¡no separa tanto como el
nacionalismo español! Ignorar a una nación por creerse superior a ella es
irresponsable cuanto menos. Es cierto que partidarios de la independencia de
naciones como Catalunya o Euskadi podrían decir más a menudo, que de quién
quieren independizarse es del estado español, ¡no del pueblo español y su
cultura! Aunque también entiendo la frustración que supone que un medio de
comunicación (como Antena 3, buscad
es caso de la periodista que hablaba valencià pero no lo entendía en las
señales de tráfico…) y una mafia corruPPta imPPutada o sus cómplices
(sucedáneos/C’s), chafen tu voz continuamente, alegando inverosimilitudes como
que eres unx separatista carnívorx, un etarra asesinx, o que quieres separar la
nación que sea… Nos queda la paciencia y la pedagogía política ¡Adelante!