La película de la que hablaré
hoy se trata de la segunda película con protagonistas LGTBI que he visto en mi vida, después de Shelter, si la memoria no me falla. Se
trata de una historia de “salir del armario”, expresión que espero que quede en
desuso en próximos tiempos, por cierto. No obstante, estamos lejos de que las
películas LGTBI dejen de ser consideradas como un género aislado. Es cierto que
el hecho de que haya un género propio y diferenciado del resto ayuda a aquellxs
jóvenes LGTBI que no teníamos con quién hablar de lo que nos pasaba, de quiénes
nos gustaban o de nuestros miedos. Buscábamos ese género de películas y nos
salían infinitos blogs con listas y listas de películas en las cuales podíamos
encontrar lxs referentes que necesitábamos…
La película es un espejo en
el que muchxs nos podríamos ver reflejadxs puesto que Steven es un chico gay no
heteronormativo, aspecto de su vida que solo conoce su mejor amiga Linda, que
es víctima del bullying de sus compañeros. Su casa no sería motivo de confort
si no fuese que Linda es su vecina porque, pese a tener una madre más tolerante
(como suele ocurrir en estos casos), su padre no se cuestiona la orientación o
identidad del protagonista, tiene una personalidad más bien fría y distante, y
solo quiere que su hijo se centre en el periodismo, su futura carrera. Steven,
como adolescente de 17-18 años (cursa lo que sería la preparatoria o 2º de
bachiller), frecuenta los baños públicos de un parque apartado de su ciudad.
Allí conoce a hombres adultos que esconden su orientación sexual pero Steven
tiene la esperanza de encontrar ahí el amor, es junto al tiempo que pasa con
Linda, uno de los momentos en el que es él mismo. Un buen día se encontrará con
un compañero de clase, el típico chico popular, John. De ese encuentro fortuito
se desarrollará una historia de amor donde se explotan las dudas, la pasión, la
liberación y el miedo. Steven, harto del bullying, harto de las dudas de John o
harto de tener que esconderse decide escribir un artículo en su periódico de su
instituto donde reivindica (como anónimo) la normalidad LGTBI. Este, al ser
censurado, será la escusa que use Steven para abrirse al mundo sin miedo, sin
vergüenza y sin cuidado de lo que
piensen lxs demás.

En Get real lo importante es que Steven supera sus miedos, no su final
amoroso ¡Ni mucho menos! Algo parecido a lo que pasa con otras películas de
este subgénero: Pariah (2011), Dorian blues o Plegarias para Bobby. Lo importante es que después de ese comienzo
de aceptación lxs protagonistas son más felices consigo mismxs, aun cuando no
todxs son más felices. Lo diré de otra forma: maduran. Sí porque Steven no se
va con John, y realmente es una lástima, ¡hacían buena pareja! Pero, ¿realmente
está Steven dispuesto a vivir en secreto que le gustaba John y tener que fingir
hasta, al menos, su entrada en la universidad? ¿Realmente podemos aguantar más
del tiempo del necesario imitando o mintiendo? ¡Pero solo es hasta la universidad!
¡Ya pero es que es mi vida!
Guardo esta película como oro
en paño y no será la última vez que escriba sobre ella o inspirándome en ella.
No es ni muy buena ni tampoco mala pero para mí posee un significado emocional
inmenso. Me da rabia no recordar la edad específica que tenía cuando descubrí
esta película pero recuerdo la escena: una gran dosis de fuerzas y de esperanza.
Todavía seguimos necesitando estas película que nos muestran referentes que
tras tener los arrestos para vivir, pensar o actuar como verdaderamente eran y
sin importarles lxs demás, maduran y se sienten en paz consigo mismxs. Es
imprescindible en según qué ambientes. A cada unx le dará una virtud. En un
ambiente más tolerante daría fuerzas, en otro menos, al menos grandes dosis de
esperanza, ya sabéis que la esperanza de hoy, la fuerza de mañana.