Hace unos meses, publiqué un artículo refiriéndome a la
posible coherencia que podría existir en ser una persona de izquierdas y
católica, tratando de desmentir las supuestas incompatibilidades de la religión
y un ideario político progresista en lo social y en lo económico. Sin embargo,
como ya habréis podido averiguar por el título, no voy a volver a hablar de
ello, al menos no en este artículo claro, ya que, “todo cambia”, como decía
Heráclito, pero no tan rápido. Sin rodeos, quiero analizar el porqué de la
relación tan intensa que existe entre la derecha o el conservadurismo y la
religión, y si esta tiene sentido real de ser. Y por cierto, con relación al
conservadurismo o a las posiciones más reconocidas como de derechas o
inmovilistas, me estoy refiriendo a esos estandartes con los que muchxs, de
derechas o conservadores, comulgan (nunca mejor dicho).
Quiero decir de antemano que obviamente no toda persona de
derechas va a estar de acuerdo con el encasillamiento generalizador que
realizaré de inmediato (entre otras cosas porque no mucha gente se encasillaría
a sí misma en opresor, machista… esto es evidente, pero hay actitudes y
actitudes), por ejemplo, el machismo suele asociarse a la derecha, aunque no
debemos olvidar aquello que siempre dicen las mujeres feministas de: “no hay
nada más parecido a un machista de derechas que uno de izquierdas”. De este
modo, en este artículo, cuando hable de derechas, utilizaré la definición de lo
que yo pienso que es la derecha, una actitud injusta para con las personas y su
relación con su medio, es decir, incluyo en derechas o conservadurismo aquellas
actitudes machistas, recalcitrantes o regresivas, xenófobas, racistas,
LGTBI/GSRDIfobas, no respetuosas con los derechos de las personas con
diversidad funcional, gordófobas, dañinas con los animales y nuestro planeta,
antidemocráticas… Teniendo en cuenta también, siempre la gradualidad en todo,
todxs sabemos que el falangismo era de derechas pero no necesariamente
religioso.
Por parte de muchos sectores de la izquierda, siempre se ha
asociado a la derecha o al conservadurismo con la religión católica. Bueno
primero de todo un inciso, en este artículo (como en la mayoría, seamos
sincerxs) me estoy refiriendo a España como ejemplo porque es el que yo más
conozco, evidentemente no sé tan bien como en el caso español, qué ocurrirá en
otros países y en otras religiones. Hecho el inciso paso al grueso del asunto.
Y esta relación impuesta entre derecha y religión, en muchas ocasiones tiene
razón de ser, eso es innegable. Un claro ejemplo es cuando vemos al arzobispo
de València, el señor Antonio Cañizares (que por cierto, muchxs católicxs
tenemos que soportar como se cita su nombre en cada misa dominical y fiesta de
guardar… Y ahí seguimos…) insultar al feminismo, que no es otra cosa que la
idea radical de que las mujeres también son personas, calificándolo de
destructor cuando este señor nunca ha sufrido ni sufrirá la discriminación que padecen
las mujeres; a lxs refugiadxs, alegando que muchxs son yihadistas; y al
colectivo LGTBI/GSRDI calificándolo de lobby o imperio destructor de la
familia. Evidentemente hay muchos más obispos y papas incluso que siguen o
siguieron esta ideología opresora y discriminadora que en mi opinión (y digo
opinión porque yo vivo el catolicismo y la religión de una manera diferente a
la de cualquier otra persona y viceversa, ya que las conversaciones con Dios,
son diferentes en cada persona, ya lo iremos comentando en otros artículos…)
nada tiene que ver con el catolicismo, pero sigamos.
La izquierda es esa postura ideológica que por encima de
todo ansía la igualdad de todos los seres humanos independientemente de
cualquier nimiedad. Es por esto, que la izquierda, nunca verá con buen ojo, que
los ricos obispos o la alta jerarquía eclesiástica representada en la
conferencia episcopal, solo destine un mísero y denigrante 2% de todo el
presupuesto que el estado les garantiza por privilegios de los que hablaremos a
continuación. A nadie se le escapa que alguien que lleva a cuestas un voto de
pobreza, deba pasear por las calles con semejantes vestiduras y “caperíos” que
desde luego baratos no han de ser, por el mero hecho de haber sido trasladado a
una ciudad, de nuevo, como sucedió con el obispo de València del que
desgraciadamente hablaba con anterioridad. La iglesia y sus fieles no
deberíamos permitir semejantes atrocidades (también a la moda), por respeto a
nuestras creencias entre otras muchas cosas.
En el estado español, en pleno 2017, todavía tenemos un
concordato con el Vaticano. Y esto es discriminación ¿Tenemos a caso un
concordato con las autoridades de la religión judía, musulmana, budista o por
ejemplo hinduista? No. Es cierto que nuestro país, como toda Europa, tiene una
larga tradición católica, no obstante, si seguimos el mantra de ese razonamiento:
¿cuántos años o mejor dicho, siglos duró al Ándalus? Ya veis por donde tiro
¿no? Yo, como persona de izquierdas veo a los impuestos como la herramienta
fundamental para garantizar el estado de derecho, una situación en que se
aniquilen las desigualdades mediante la sanidad, educación, justicia,
dependencia, información, seguridad… universales. En suma, los impuestos sirven
para garantizar los DDHH, y me parece que el derecho a alimentarse y a tener
una vivienda propia, están por encima del derecho a la libertad religiosa. Como
persona progresista, considero que el concordato debe disolverse hasta haber logrado
al menos un mínimo de garantías de aplicación de los DDHH, de haber renovado la
jerarquía y garantizar la verdadera libertar religiosa y no solo de la católica,
en nuestro país, España.
De nuevo, es incompresible para la izquierda, e incluso para
el neoliberalismo ¡fíjate tú!, que la iglesia tenga más privilegios fiscales,
como el de la exención de pagar IBI o IRPF. Es posible que muchas catedrales
correspondan a edificios de interés cultural de todxs, pero no podemos
universalizar ese privilegio a todos los centros de culto católico, ni mucho
menos a las universidades o colegios privados o concertados de evidente corte
católico. Una universidad, por muy católica y apostólica que sea, por el
importante hecho de ser privada, no deja de ser una empresa con privilegios
fiscales inmerecidos. Y como todos los privilegios, deben de ser suprimidos. De
este modo debería ser inconcebible que universidades católicas como el CEU o
UCV exigieran a los gobiernos, en este caso autonómico del País Valencià, una
oferta de becas públicas o una exenciones fiscales muy jugosas. Me duele
decirlo, pero los impuestos no son para ninguna empresa, y una universidad
privada, es una empresa ¡Ojo! No hay nada malo en serlo ¡de algo hay que comer!
Pero los privilegios mejor que se los engulla la historia, que suficiente hemos
tenido todxs.
El tema de la Biblia, y que todavía se siga a raja tabla como
texto de más de 2000 años, también debería de ser tema de debate en el seno de
la iglesia y feligresxs. En el Génesis se habla de barbaridades como la que
comente un familiar lejano a Abraham que tiene descendencia con sus dos hijas,
también tenemos otras actitudes machistas y LGTBI/GSRDIfobas (todxs conocemos
la historia de Sodoma y Gomorra) que no os niego que a muchxs nos disgustan y
que deberían ser apartados de los Evangelios, mas en otro artículo habláremos
más detalladamente de esto, es un tema muy extenso, y este artículo debería
servir como amplia introducción a otros temas, recordemos que esta es la
segunda parte de un compendio de mínimo 4 artículos por el momento…
Y todo lo que me dejaré en el tintero, como siempre… Pues
todavía podríamos hablar de la institución de las monjas, la prohibición a las
mujeres del recibimiento del sacramento de la orden sacerdotal, el conflicto
ciencia-religión (todavía existente en algunos temas de polémica como la
fecundación in vitro, entre otros muchos) o de Cañizares largo y tendido, pero
tampoco quiero enfangar de tan triste alma este espacio de análisis. De este
modo, paso directamente a la conclusión. Desde muchos sectores de la izquierda
atea o agnóstica, se nos califica a todxs lxs católicxs de sumisxs (por aquello
del opio del pueblo), crédulos o de lacra de la sociedad. Entiendo muy bien
esas palabras, yo las he pensado varios años, mas dejando a un lado las
cuestiones de fe y de creencia, los cuales de seguro son insalvables (y poco
tienen que ver con la concepción de los derechos sociales) con las personas
ateas (y nada ocurre con ello ¡yo mismo como católico tengo dudas! ¡Solo faltaría!
¡Con lo cafre que soy yo!), somos muchxs las personas que queremos renovar a la
iglesia, y de vez en cuando con ciertos comentarios ofensivos, se nos quitan
las ganas de seguir luchando. Convivimos diariamente con personas que creen a
pies juntillas todas las barbaridades que profesan energúmenos como Cañizares,
entre otras cosas por la educación y el respeto a estas instituciones que se les
ha inculcado desde pequeñxs. No obstante, como personas de izquierdas no
debemos olvidarnos de que como en todo estamento o recoveco de nuestro planeta,
el catolicismo no se libra de la división ni de clase, género, orientación,
identidad, raza o cultura. Os puedo asegurar que nunca serán idénticas homilías
para una misma lectura, la explicada por un sacerdote de una iglesia humilde
que la de una catedral concurrida, no es lo mismo ser católica que católico, ni
por supuesto ser un católico cis-heteropatriarcal o, por ejemplo ser católico y
homosexual. En fin, básicamente con estas variedades sí podemos calificar al
catolicismo como un ente de derechas, pero si leéis la primera parte de este compendio
de artículos, recordaréis por qué pienso yo que para ser católico, es mejor ser
de izquierdas, con toda la pluralidad y diferencias que eso supone, por supuesto,
y porque pienso yo, que merece la pena seguir intentándolo ¡Que no nos quiten
lo “bailao”!