Escuchando Libertango de Grace Jones recuerdo un
artículo transgresor como pocos. Me refiero a ese ensayo del artivista Shangay
Lily (http://blogs.publico.es/shangaylily/2014/07/02/gaypitalismo-orgullo-empresarial/)
acerca de la monetización del orgullo LGTBIQ+/GSRDI, de la capitalización del
mismo y de la reducción de una reivindicación histórica a la par que necesaria
a unos cuantos Euros.
Este artículo, pese a sus más
de 3 años de edad, sigue estando muy vigente ¿Por qué? Debido al acuñado “Gaypitalismo”: esa postura que intenta
reducir nuestras diversidades a la de hombre (principalmente) blanco,
homosexual, heteronormativo, de clase pudiente y con cuerpo normativo. Con el
objetivo de favorecer al empresariado especulador no autónomo cambiando la
reivindicación por consumo y la lucha por mera publicidad que ignora, por
enésima vez, todas nuestras diversidades.
Un sistema de dominación no
es tal si no tiene unas alianzas
potentes con otros sistemas de dominación. Es por ello, que en cualquier
manifestación por los derechos de las mujeres escucharás la gran consigna política:
“patriarcado y capital alianza criminal”. Y es que el ejemplo de cómo el
capitalismo y el patriarcado se alían para no envejecer y seguir estando
vigentes es muy osado y despiadado aunque también muy útil para destapar sus
tejemanejes. A más osado también más obvio. Para visualizar el hecho pondré estos
ejemplos:
¿por qué alguien llamadx
feminista puede siquiera plantearse votar a partidos que están en contra de los
permisos de paternidad y maternidad igualitarios e intransferibles? Pues por
desconocimiento o porque como lo contrario de feminista es machista (pues
seamos sincerxs, lo de igualitarismo no ha tenido mucho éxito) y lo último ya
nos va sonando un poco incorrecto prefiero llamarme feminista, pero de verdad, haciendo políticamente mío
el término de feminista y usando el poder concedido por mi condición hombre
blanco y de clase pudiente para dictaminar a las mujeres lo que deben hacer para
ser feministas. Es decir, ser machista pero disimulando un poco para no
envejecer ideológicamente.
![]() |
Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera |
Así es como perpetúo el
patriarcado, el capitalismo y mi juventud ideológica a modo de escaparate
vistoso. Al fin y al cabo me digo feminista si perjudicar al patriarcado, pues
sigo asignando, por norma, a las mujeres como cuidadoras; y al capitalismo le
sigo brindando su parte del pastel, ya que no pienso pagar ni un mísero duro a
la mujer que cuide ¡Suficiente que le pagamos con amor! ¡Además es su deber
como mujer! ¡Ellas son las que paren y amamantan! ¿No? ¡Es lo biológico! ¡Es lo
normal! Pues no, no es muy normal.
Y ¿Qué haría unx empresarix
que no acepta nuestras diversidades dentro del colectivo sin embargo quiere
seguir ganando dinero? Entrometerse e interponerse en nuestras reivindicaciones,
que son las de todxs. Pues claro, en una sociedad donde ya podemos salir a
la calle de la mano de nuestras parejas y del modo en que nos sentimos, al
menos sin que nos maten siempre y cuando vayamos de día y acampañadxs, quiere
decir que tarde o temprano vamos a adquirir productos necesarios para
alimentarnos o incluso divertirnos. O todo lo contrario, tenemos capacidad de
organizarnos y boicotear empresas que no respeten nuestros derechos, los DDHH
¿Cómo podemos tener contento al colectivo sin dejar de discriminarles y encima
que participen de nuestro sistema económico desigual? ¿Cómo podemos convencer
al hermano mayor heteropatriarcado de que unirse falsamente al colectivo nos
puede venir de perlas? Pues como ya dije entrometiéndose en nuestras
reivindicaciones.
Para muchas personas el
orgullo es bueno o útil porque trae mucho dinero a la ciudad en cuestión, para
muchxs empresariaxs la marcha del orgullo es una espléndida oportunidad en la que
pueden repartir publicidad o enseñarla de los modos más cuestionables posibles,
para el hetropatriarcado la semana del orgullo puede significar, mediante la
intromisión de la monetización del colectivo, una oportunidad para desligar las
luchas feministas intrínsecamente unidas a las del colectivo ¿es necesario
ofertar el consumo para clientes LGTBIQ+, preferentemente de hombres
homosexuales heteronormativos con hombres heteronormativos? ¿Ya que elegís
vivir el orgullo con publicidad por qué no contratáis a más mujeres u hombres
no heteronormativos y con cuerpos diversos? Somos el paradigma de la
diversidad, que no nos roben hasta eso.
Me gusta vernos como lxs
hijxs de Marsha P. Johnson, Sylvia Rivera y tantxs activistas del colectivo y
feministas que nos recuerdan que el día 28 de junio de 1969 unas personas se
hartaron de tanto sufrir y decidieron ser cómo eran y amar cómo amaban no solo
dentro de un bar de la mafia, sino en toda la extensión de la Tierra. Fueron
personas sobretodo negras o latinas, mujeres transgénero, homosexuales no
heteronormativos y lesbianas. En la primera marcha no hubo carrozas con
empresas ni políticos importantes. Encabezándola, había personas del colectivo,
personas diferentes y diversas que recogiendo lo aprehendido de nuestrxs
antepasadxs y reivindicándolo. En esa marcha el capitalismo y el patriarcado
estaban bien lejos, triunfamos con las alianzas con las mujeres y el feminismo
y ¿pretenden que nos olvidemos de un plumazo? ¿Que les permitamos liderar
nuestras marchas como si nada? No. No debemos dar gracias a esas entidades ¡Son
DDHH de lo que estamos hablando! ¡Es un mínimo! ¡Respetar y defender los DDHH
después de las exigencias y sufrimientos de aquellxs que lo tuvieron peor no es
hacernos un favor!
Hemos de recordar lo que nos
dicen activistas como lxs de transmaribibolleras
o el propio Orgullo Crítico (https://orgullocritico.wordpress.com/author/orgullocriticomadrid/):
el orgullo sirve para acoger toda
diversidad y para reivindicar lo que hemos logrado y lo que queda por alcanzar.
Tenemos que recordarles a todas esas empresas, a todxs esxs políticxs que el
orgullo no es para ofertarse, su papel ha de ser más invisible para que se
visibilice nuestro colectivo y nuestras diversidades. Absolutamente todo el mundo está invitadx a esta
marcha de colores y respeto, mas la vanguardia es para la lucha, la
reivindicación y los DDHH, dejaremos la retaguardia, si acaso, para quien
quiera hacer negocio con nuestras luchas, pues tenemos la esperanza de que
hasta esas personas acabarán aprehendiendo lo que significa la diversidad. Mas
recordamos que el orgullo será interseccional o no será.