Hablo desde la experiencia, la frustración, el hartazgo pero también desde la esperanza que se deposita en la pedagogía.
Vengo a hablar de empezar a vivir como quién realmente unx es. El dicho que deberíamos poder comenzar a desechar: “salir del armario”. Es curioso su origen, tener un esqueleto en el armario, algo que te avergonzara. Venimos de lo prohibido y de la vergüenza, no nuestra sino de terceras personas, de nuestro entorno.
Salir del armario no es exactamente asimilable a vivir como realmente se es en referencia a tu expresión o identidad de género u orientación sexual. Salir del armario es confesar que no eres ni estás dispuestx a ser lo que no eres. Es una confesión, es una opresión por no ser cisheterosexual en una sociedad o sistema que asume que lo eres o que lo debes ocultar si no lo eres.
¿Comprendéis ahora la crueldad de la situación? Las personas del colectivo LGTBIAQ+ tenemos la obligación de notificaros nuestra identidad de género u orientación sexual. Si no lo hacemos, muchas veces se justifica el insulto, ser la comidilla del barrio, la agresión o incluso el asesinato, todavía nos quedan en la memoria a nuestrxs hermanxs Gwen Araújo y Brandon Teena.
En un sistema cisheteropatriarcal existe la presunción de cisheterosexualidad.
¿Por qué tengo que avisar a las personas de mi entorno quién soy, cómo me expreso o a qué género o géneros me siento atraídx obligatoriamente? ¿Y si empezamos a actuar sin permiso?
¿Cómo fue tu salida del armario? ¿Cuál de ellas?
Porque ya sabréis a estar alturas que las personas del colectivo salimos del armario continuamente. No vaya a ser que no avisemos a alguien, nos asuman con LGTBIAQ+, y en el caso en que no lo fuésemos nos ofendiéramos. Cuando la personas LGTBIAQ+ pasa como cisheteroalosexual es una bendición, cuando la cisheteroalosexual pasa de LGTBIAQ+ merece una disculpa. Por ende, para ahorrarles la disculpa a lxs cisheteroalosexuales debemos como personas del colectivo notificarles que lo somos. Arrebatándonos incluso la decisión de decirlo o directamente actuar con orgullo y abiertamente tal y como somos.
Y es que yo critico la notificación casi burocrática que se nos obliga a mantener, evidentemente de forma mucho más escandalosa si eres trans, no olvidemos nuestro privilegio cisgénero. Es entonces cuando la falta de notificación recae en sorpresa, en cuestionamiento e intromisión, a llegar a tildar de cobardía a quién no ha decidido cometer dicha notificación o incluso ocultar, por miedo, su verdadero ser. Cuando probablemente si incluso lo hubiera comunicado ni existiría para vosotrxs.
Desde la inexperiencia nace la crítica más inútil.
Cuando quiénes aseguran no ver géneros, orientaciones o expresiones se extrañan de que alguien tenga miedo es seguramente porque poco han escuchado y mucho deben de atender.
Desde la negación del actual sistema de poder de privilegio se extrañan de que gente conocida esconda su verdadero ser, pero también les molesta cuándo deciden notificarlo, ¿hay alguna manera de hacerles estar conforme? Quizá el problema es buscar la conformidad de quiénes nada han aprendido. Desde luego nada debemos esperar de quien tiene a la empatía como estado sobrevalorado.