No es la primera vez que escribo de gordofobia, pero sí
quizá sobre la que yo experimento. A continuación me describiré para poneros en
situación. Yo, FGM, con mis 22 años de vida siempre he sido gordo, esto es así.
Es cierto que cuando era adolescente más o menos con 14 años inicié una dieta y
entre la dieta, la presión impuesta por la sociedad y sobre todo mi padre
(también gordo toda su vida) con el que no tengo muy buena relación, conseguí
estar en mi supuesto peso ideal, y ni siquiera me dejó tranquilo al contrario
de lo que yo pensaba, estar en mi peso ideal, pues todavía seguía siendo homosexual
y no tenía a nadie seguro con quien poder hablar, llorar, abrazar, o amar.
Aunque seamos sincerxs, ahora uno se da cuenta de que verdaderamente era lo que
decía Killadamente: "era un gordo en pausa". Al escribirlo hace gracia ¡Incluso a
mí mismo! No sé la razón supongo que reírse de uno mismo a veces es necesario,
sobre todo con toda esa presión externa de la que hablaba.
Nunca he aceptado al 100% a mi cuerpo, y esto ya no es tan
divertido ¿No? Pues evidentemente que no. Supongo que en mi infancia solo me
importaba parecer delgado o masculino, sobre todo después de contarle en un
arrebato a un amigo, un pensamiento de un niño confundido como lo era yo con
menos de 8 años ¡¿Y quién no lo está confundidx con 8 años?! El pensamiento de
que yo quería ser chica. Luego descubrí que se podía ser chico, amar y sentirse
atraídx por personas de tu mismo género y sexo, eso junto a una mayor madurez
intelectual me hizo ver que yo me sentía bien con mi género, mi sexo y mi
orientación sexual. Cada una de las cuales vino cada vez más tarde, pues yo
comencé a aceptar mi orientación sexual a los 15 años, sobre aceptar a mi
propio cuerpo… eso todavía cuesta.
De adolescente ya se juntó todo un poco, con la mágica dieta
había conseguido una forma física atractiva para el patriarcado godófobo, cosa
que yo evidentemente desconocía absolutamente, por otro lado. Ahora bien, el
problema actual era la homosexualidad, así que vuelta la mula al trigo y cirulo
vicioso completado. Todo hasta que llegué a la universidad hace ya algo más de
4 años ¡Había gente como yo! ¡Y lo decía! ¡Lo que venían diciendo las películas
era cierto! ¡Se podía ser gay sin que pasara nada (al menos en algunos ámbitos,
en otros…)! Claro que… ¿Se podría ser gay y gordo a la vez? ¿No se suponía que
los gais éramos todos guapos y atléticos?
Y hace 2 años descubría la maravillosa organización STOP
GRODOFOBIA y al feminismo ¡Por fin una voz diferente! Alguien que te decía que
eras atractivo tal y como eras ¡Todos los cuerpos son válidos y bellos! Claro,
que es lo de siempre, del dicho al hecho, hay mucho trecho ¡No vale con leer
STOP GORDOFOBIA si luego no acepto mi propio cuerpo! ¡Si no acepto una parte de
mí! Y esto es duro. Por eso quiero profundizar más en esta parte, la parte de
la aceptación de la gordura. Y no estoy hablando de salud, evidentemente la
salud no es por lo que yo no acepto mi cuerpo ¡Eso sería muy simple! No, no lo
acepto porque me miro desnudo al espejo y ¡sí!, yo puedo mirarme pero me da
miedo, ¡horror! Que alguien me vea desnudo así. Mientras que a los 15 años lo
que me daba miedo era que me viesen con otro chico (¡No que ese otro chico me
viera desnudo a mí!), Ahora lo que aterroriza es que otro hombre me vea
desnudo, supongo que todxs necesitamos que alguien nos diga que somos hermosoxs…
Porque es duro y muy doloroso desafiar a la gordofobia, la
medicina o la moda que te califican continuamente de vago y sedentario ¡cuando
no lo eres! Saliendo a correr, a andar, a hacer ejercicio en general ¡Porque
quieres estar sano!, ¡te despeja! o simplemente porque te gusta. Y en ese
momento, aquel momento en que te llega un subidón de autoestima y ganas de
luchar, llegan las constantes miradas y por ende tus consecuentes pensamientos
casi paranoides (aviso que esto quizá no todo el mundo lo entienda, estas son
sensaciones que tengo yo personalmente y que no impongo a nadie, repito: es
como yo me siento): la mirada del señor ese que seguro que piensa que el médico
le ha prescrito correr por lo gordo que está, porque está enfermo, o incluso ha
tenido una cardiopatía supuesta con 22 años; el adolescente que mira a su amigo
y se ríe del gordo asmático ese que está cansado de correr; El corredor
profesional guapo y atlético que te sonríe seguramente por admiración pero que
tú lo único que puensas es en que solo
quieres desaparecer porque sientes que jamás le podrás parecer atractivo o
interesante o amigable incluso; el grupo de corredores profesionales al que tú
¡temes ves! Pues se burlarían de ti, te perseguirían o te pegarían; el grupo de
chicxs de la discoteca que te mira bailar (aunque lo hagas muchísimo mejor que
ellxs), te miran tu cuerpo, tu supuestamente horrible cuerpo o quizá solo
quieren copiarte algunos pasos de baile pero tú te achantas y te vas para otro
sitio; el dependiente que te dice que los pantalones pitillos no están hechos
para “gente como tú”, aunque tú te los puedas poner, aunque te gusten cómo te
quedan; tus propixs compañerxs a la hora de comer en la cafetería, donde temes
comer algo diferente o más que los lxs mismxs o básicamente comer delante de
otrxs porque te horroriza que te juzguen…
Por todas estas miradas y pensamientos, y además habiendo
tenido la experiencia de que te juzguen desconocidos o personas cuya opinión no
te importa en referencia, como es el caso, a tu orientación sexual y a tu
estúpida forma de mover las manos, tus gustos musicales o cualquier otra
chorrada, decidí un buen día decirles: ¡qué os den a todxs! Al dependiente que
opina de mi cuerpo, a lxs que me juzguen sin tan siquiera hablar conmigo de
otros asuntos que no sean mi cuerpo, a las personas que te dicen que tú también
puedes ser hermoso si adelgazas (¡No perdona eh! ¡Ya lo soy!), al tío que se
cree que por ser gordo estoy dispuesto a acostarme con él y a todxs lxs que
seáis machistas, LGTBI/GSRDIfobxs, racistas, xenófobxs, GORDÓFOBXS…
He decidido comenzar a quererme. Sé que no será fácil, sé
que me costará y que habrá días en que me vuelva a sentir como aquellas veces,
aquellas que sólo lxs gordxs sabemos. No obstante vale la pena intentarlo y
lograrlo. Así que seguiremos haciendo ejercicio si nos gusta, seguiremos
comiendo chocolate, nocilla y hamburguesas de avena (responsablemente, pues
aunque nos guste comer, solo lo hacemos un máximo de 5 veces al día ¡Como todo
el mundo! ¡Nosotrxs somos lxs más conscientes de nuestra salud!), seguiremos
poniéndonos la ropa que nos dé la gana ¡Siempre que quepamos en ella! ¿Por qué
no?, seguiremos amando a quién queramos, adelgazaremos sólo si eso es lo que
queremos y no porque nadie nos lo diga, pasando por un cuerpo sublime y de
pecado, a otro sublime y de pecado y en esos días en que ya no pueda más con
todo, me pasaré por aquí a releer todo esto, estoy seguro de que me ayudará y
espero que pueda ayudar a muchas personas… ¡Ánimo a las panzas subversivas
(como dice Magdalena Piñeyro)!