Escribo por fin un artículo
hoy que tenía en mente desde hace tiempo y que habría sido imposible verbalizarlo
sin la lectura previa del magnífico ensayo de Magdalena Piñeyro 10 gritos contra la gordofobia. Comenzaré
entonces, diciendo que el autoboicot es el conjunto de sensaciones o acciones de
culpabilidad, vergüenza y literalmente miedo que supuestamente se impone la
persona ante un objetivo. Normalmente ese objetivo suele ser deseado por la
persona en cuestión. Yo quiero analizar el autoboicot gordofóbico (AG). Cómo
nos interpela, hasta qué punto forma parte de nuestra gordofobia interiorizada
y qué hacer para combatirlo, si es que es lo más adecuado. Hablaré como persona
gorda que intenta politizar sus experiencias, sin ser un ejemplo de victoria
constante pero sí uno de batalla continua.
¿Autoboicoteador se nace o se
hace?
En mi experiencia diré que unx
llega a hacerse autoboicoteadorx tras experimentar el rechazo. Desde el vivido
pasando por el narrado y finalizando en el politizado. Pues te pueden rechazar
agriamente en persona, que alguien con quien compartas intersección te explique
cómo o que en base a tu activismo político prevengas la exposición, prevengas
el dolor. Lo cual indica, posiblemente, que quizá no habías politizado
suficientemente ese dolor.

Ante las experiencias negativas,
nocivas y tóxicas unx tiende a protegerse. Desconfianza y AG. No es una coraza
porque esto indicaría permanencia. La gordofobia interiorizada no es permanente
e inmutable, varía: hay días en que crees que puedes con todo y otros en que la
gordofobia te golpea más duramente. Mediante nuestrxs referentes gordxs y el
activismo nos conseguimos aumentar la cantidad de días buenos, pero los malos
siguen siendo inevitables, como una utopía del horizonte: avanzas para ver que
debes seguir adelante. Y es que la protección y la falta de exposición nos da
ese confort cortoplacista y malestar a largo plazo que no sabemos discernir en
el momento agudo de acción. Sin embargo deberíamos de lograr ser capaces con
todo lo experimentado, con todo lo leído, con todo lo debatido y con todo lo
aprehendido a saber gestionar lo momentos agudos de gordofobia tanto interna
como externa. Si no, es que el enfoque de nuestro activismo quizá debería
ampliarse en la dirección del manejo del AG.
La solución de la gordofobia
interna y del AG no está en la creencia querernos más o que nuestra belleza
está en el interior2, estos preceptos románticos son extremadamente
nocivos para las personas gordas. Estoy de acuerdo en deconstruir el deseo y
que empezar a gustarnos desnudxs es básico pero transformador en nuestro
activismo y nuestra vida pero debemos negarnos taxativamente a explicar la
gordofobia con el precepto del amor propio. El proceso de aceptación no debe
estar vinculado a la culpa. El AG no es falta de confianza, al menos no
solamente, es culpa. Y tendremos que atrevernos a vaciar de contenido esa culpa
¿qué es lo peor que nos puede pasar? Tenemos herramientas para destrozar el
status gordofóbico ¡hablémoslo con nuestrxs hermanxs y aliadxs! ¡Atrevámonos! Y
luego, lo debatimos. Seguimos...
1)
Brigitte Vasallo, Pensamiento monógamo terror
poliamoroso, 2018
2)
Magdalena
Piñeyro, 10 gritos contra la gordofobia, 2019