17/05/2015

¡La F@m!l!@ es una Galax!@!

Cuando estamos en campaña electoral siempre recuerdo muchas anécdotas. Unas con alegría, otras con morriña, quizá con tristeza. No obstante, algunas con ánimo de superación y fuerza de cambio (¿A que no habíais oído esta palabra demasiado estas semanas? Pues ahí la tenéis).
En Paterna y supongo que en otros municipios, los partidos políticos abusan del populismo regalando bolígrafos, rosas, estuches con acuarelas o caramelos (¡Cuidado con ellos! ¡Que los carga la mafia!). Es tanto, cuánto abusaban del mismo, al menos en Paterna, que iban regalando rosas y esas acuarelas, casa por casa. Y en este caso, evidentemente me refiero al PSOE, quizá un PSOE no tan corrompido como el de ahora, un PSOE que estaba planteando la ley de matrimonio igualitario que la sociedad tanto estaba exigiendo desde ya hace tiempo. Porque el PSOE, sí, tuvo una época razonable…
Yo por esos tiempos que ahora recuerdo, digamos con respeto y admiración, acudía a un colegio del Opus Dei, un colegio donde había gente buena pero también gente horrible, como en todos los sitios, y no creo que sea el momento de hablar del Opus Dei, y repito: por el momento. Y se nos había requerido llevar acuarelas, y yo, iluso de mí, arrogante de mí, atrevido de mí ¿sabéis qué acuarelas llevé? Sí señores, yo con mi osadía, llevé al colegio un estuche de acuarelas con el logotipo del PSOE bien rojo y bien notorio, por decirlo de un modo más políticamente correcto. Pues bien, cuando llegó el momento de sacar el material “artístico” en cuestión, un compañero me ve y me dice que si soy un rojo, que si voy en contra de la familia (por el tema de la ley de matrimonio igualitario, y el tema del aborto, del cual tengo muchas ganas de hablar por las tremendas dimensiones del tema…) y demás estupideces ¿qué le vas a exigir a personajes como el susodicho? Y toda esta situación con menos de 11 años ¡Niños de una década de vida hablando de política! ¡Y fomentando ya el odio entre compañeros! No sé de dónde habría aprendido ese tipo de ideas mi compañero y evidentemente no voy a relatar la situación completa ni todo lo que me pronunció, sólo diré dos cosas, una a favor del colegio: el profesor, que era un buenazo puso punto y final a la situación (lo recuerdo perfectamente: “¡Sus padres votarán a quién les dé la gana! ¡Sólo faltaría!”), y la otra fue que el compañero en cuestión de mordió la lengua después y se envenenó un poquito… Sólo un poquito ¡Tranquilos! ¡Que os agobiáis por todo! ¡”Populistas”!

Y esta anécdota es idónea para un día como este, el día mundial contra la homofobia y la transfobia. Por no hablar de sus luchas, una de las cuales es la de la familia.
Hemos aprendido que cada persona es un mundo, a una le gusta dedicarse a la filatelia, otro prefiere la pintura, otra salir con los amigos, otro el paracaidismo… Y esa diversidad es la que nos enriquece como personas, esto es lo que yo considero más verdadero (y tal). Esto mismo ocurre con la feminidad y la masculinidad, o la belleza. Es decir, que existen pluralidad de opiniones y de actitudes, y no por ello hemos de matar a nadie. A no ser, claro está, que a alguien le guste la col de Bruselas ¡A la cárcel todos! No, no incluso hay que respetar esos gustos, que sobre ello no hay nada escrito (o sí…). En resumen, existe diversidad entre cada persona ergo, ha de existir necesariamente diversidad entre familias. Es totalmente lógico, si cada familia está formada por personas, la propia familia será aún más diversa, yo creo que por eso mismo, entre otras razones, existe la familia como tal.
Y gracias a Dios, las feministas, las y los activistas por los derechos LGTBI y muchas más personas y grupos sociales a nivel casi mundial, actualmente se van respetando día a día un poquito más a las familias “no normativas y no heteronormativas”. Como familias monoparentales, homoparentales, de divorciados, de dos personas del mismo sexo con un hijo adoptado, o de dos o más personas, o quizá de dos personas homosexuales casadas y con un hijo nacido de un vientre subrogado gracias a la ayuda de una amiga de la familia o de una empresa (sobre esto también cabe hablar en nuestro país…), familias con un de los miembros o ambos transgénero o intersexuales, es decir no cisnormativos y otras muchas más familias de las que no me olvido, pero que en cierta manera y dentro de su pluralidad, están acogidas por los grupos anteriores.
Y la sociedad está aprendiendo a convivir con estas familias no normativas (para eso está la norma ¿no? Para que así alguien que vea que es incorrecta la rompa y la mejore). Pero aún queda muchísimo por luchar y por conseguir. Porque en un país dónde se respetasen los derechos LGTBI y de las mujeres, verdaderamente, no ocurrirían desastrosos sucesos como los siguientes: que un ministro de justicia, Gallardón (¿Qué puerta giratoria habrá cogido?) concretamente, se atreva a decir que “sobre el matrimonio igualitario habrá que juzgarlo pero que seguro que será constitucional”, que un gobierno de derechas prohíba que la sanidad pública realice procesos de reproducción asistida a madres solteras y madres homosexuales, que sistemáticamente obispos que reciben dinero público, no nos olvidemos del concordato con la Santa Sede (y lo dice un católico y homosexual que lo es, y lo es con pensamiento crítico ¡sólo faltaría que no hubiese diversidad dentro de la comunidad católica!) califiquen a los niños y niñas hijos de familias no heteronormativas de niños infelices, maleducados o incluso demoníacos y criminales (¡Les faltó populistas bolivarianos! ¡Un saludo para los geniales bolivarianos! ¡Que los nombramos siempre pero nunca les saludamos, y ya basta!), que el ministro, por llamarlo de alguna manera F. Díaz se atreviese a decir, con sus conocimientos "limitados" sobre la biología, que las parejas homosexuales no eran útiles para la sociedad al no perpetuar la especie (tanta hipocresía en estas declaraciones...) o que muchos políticos y periodistas incluso, para intentar quedar bien, es decir, ser “políticamente correcto” con los enemigos acérrimos e ilógicos de la comunidad LGTBI y sus familias y compañeros de lucha, y a la vez con la comunidad LGTBI califican al matrimonio igualitario de mera unión civil, como si con una estúpida palabra fuesen a solucionar cientos de años de discriminación, o fueran a ayudar a cientos de años de lucha LGTBI, pues no se puede satisfacer a todo el mundo, así que es necesario que escojan entre ambos grupos, ustedes verán. Evitaré nombrar la doble moral de algunas personas del PP y Ciudadanos (consultad la hemeroteca, ya veréis...), porque yo creo que todos logramos comprender la situación actual con los ejemplos anteriores.

Sin embargo, en un día tan importante como hoy hemos de quedarnos con esas familias luchadoras que con fuerza y dedicación diaria logran cambiar drásticamente nuestra sociedad con su labor activista. Son familias diferentes pero no por ello peores, no podemos tener esa cobardía intelectual y humana de meternos, insultar y al fin discriminar a un modelo que no conocemos. Es más, debemos luchar para que se respete, debido a que quizá uno mismo va a formar una familia “normativa” lo cual es totalmente lícito y nada reprochable ¡Sólo faltaría! “Normativa” no es peyorativo, pero hay que tener en cuenta que homoparental, monoparental y otros modelos, tampoco lo son. Sin embargo, quizá, amigos propios, familiares, hijos o hermanos, formarán una familia, y será diferente a la que uno tenga ¡Incluso las familas con un padre y una madre son diferentes entre sí! ¡No podemos obviar lo evidente por el miedo! Simplemente hemos de usar el pensamiento crítico, hablar directamente con esas familias, no creernos todo lo que nos dicen ¡No debemos cometer ese error! Pero sobretodo, jamás avergonzarnos de lo que somos, o de lo que son la gente que nos importa. Porque al fin y al cabo, en este mundo solamente tenemos a las personas que no importan, y sin ellos, muy posiblemente seríamos mucho menos humanos de lo que podemos llegar a ser con ellos y ellas.

¡Feliz día contra la homofobia y la transfobia a todos y a todas! Y mañana ¡A seguir luchando!