Cuando estamos en campaña
electoral siempre recuerdo muchas anécdotas. Unas con alegría, otras con
morriña, quizá con tristeza. No obstante, algunas con ánimo de superación y
fuerza de cambio (¿A que no habíais oído esta palabra demasiado estas semanas?
Pues ahí la tenéis).
En Paterna y supongo que en
otros municipios, los partidos políticos abusan del populismo regalando
bolígrafos, rosas, estuches con acuarelas o caramelos (¡Cuidado con ellos! ¡Que
los carga la mafia!). Es tanto, cuánto abusaban del mismo, al menos en Paterna,
que iban regalando rosas y esas acuarelas, casa por casa. Y en este caso,
evidentemente me refiero al PSOE, quizá un PSOE no tan corrompido como el de
ahora, un PSOE que estaba planteando la ley de matrimonio igualitario que la
sociedad tanto estaba exigiendo desde ya hace tiempo. Porque el PSOE, sí, tuvo
una época razonable…
Yo por esos tiempos que
ahora recuerdo, digamos con respeto y admiración, acudía a un colegio del Opus
Dei, un colegio donde había gente buena pero también gente horrible, como en
todos los sitios, y no creo que sea el momento de hablar del Opus Dei, y repito:
por el momento. Y se nos había requerido llevar acuarelas, y yo, iluso de mí,
arrogante de mí, atrevido de mí ¿sabéis qué acuarelas llevé? Sí señores, yo con
mi osadía, llevé al colegio un estuche de acuarelas con el logotipo del PSOE
bien rojo y bien notorio, por decirlo de un modo más políticamente correcto.
Pues bien, cuando llegó el momento de sacar el material “artístico” en cuestión,
un compañero me ve y me dice que si soy un rojo, que si voy en contra de la
familia (por el tema de la ley de matrimonio igualitario, y el tema del aborto,
del cual tengo muchas ganas de hablar por las tremendas dimensiones del tema…)
y demás estupideces ¿qué le vas a exigir a personajes como el susodicho? Y toda
esta situación con menos de 11 años ¡Niños de una década de vida hablando de
política! ¡Y fomentando ya el odio entre compañeros! No sé de dónde habría
aprendido ese tipo de ideas mi compañero y evidentemente no voy a relatar la
situación completa ni todo lo que me pronunció, sólo diré dos cosas, una a
favor del colegio: el profesor, que era un buenazo puso punto y final a la
situación (lo recuerdo perfectamente: “¡Sus padres votarán a quién les dé la
gana! ¡Sólo faltaría!”), y la otra fue que el compañero en cuestión de mordió
la lengua después y se envenenó un poquito… Sólo un poquito ¡Tranquilos! ¡Que
os agobiáis por todo! ¡”Populistas”!
Y esta anécdota es idónea
para un día como este, el día mundial contra la homofobia y la transfobia. Por
no hablar de sus luchas, una de las cuales es la de la familia.
Hemos aprendido que cada
persona es un mundo, a una le gusta dedicarse a la filatelia, otro prefiere la
pintura, otra salir con los amigos, otro el paracaidismo… Y esa diversidad es
la que nos enriquece como personas, esto es lo que yo considero más verdadero
(y tal). Esto mismo ocurre con la feminidad y la masculinidad, o la belleza. Es
decir, que existen pluralidad de opiniones y de actitudes, y no por ello hemos
de matar a nadie. A no ser, claro está, que a alguien le guste la col de
Bruselas ¡A la cárcel todos! No, no incluso hay que respetar esos gustos, que
sobre ello no hay nada escrito (o sí…). En resumen, existe diversidad entre
cada persona ergo, ha de existir necesariamente diversidad entre familias. Es
totalmente lógico, si cada familia está formada por personas, la propia familia
será aún más diversa, yo creo que por eso mismo, entre otras razones, existe la
familia como tal.
Y gracias a Dios, las
feministas, las y los activistas por los derechos LGTBI y muchas más personas y
grupos sociales a nivel casi mundial, actualmente se van respetando día a día un
poquito más a las familias “no normativas y no heteronormativas”. Como familias
monoparentales, homoparentales, de divorciados, de dos personas del mismo sexo
con un hijo adoptado, o de dos o más personas, o quizá de dos personas
homosexuales casadas y con un hijo nacido de un vientre subrogado gracias a la
ayuda de una amiga de la familia o de una empresa (sobre esto también cabe
hablar en nuestro país…), familias con un de los miembros o ambos transgénero o
intersexuales, es decir no cisnormativos y otras muchas más familias de las que
no me olvido, pero que en cierta manera y dentro de su pluralidad, están
acogidas por los grupos anteriores.
Y la sociedad está
aprendiendo a convivir con estas familias no normativas (para eso está la norma
¿no? Para que así alguien que vea que es incorrecta la rompa y la mejore). Pero
aún queda muchísimo por luchar y por conseguir. Porque en un país dónde se respetasen
los derechos LGTBI y de las mujeres, verdaderamente, no ocurrirían desastrosos
sucesos como los siguientes: que un ministro de justicia, Gallardón (¿Qué puerta
giratoria habrá cogido?) concretamente, se atreva a decir que “sobre el
matrimonio igualitario habrá que juzgarlo pero que seguro que será
constitucional”, que un gobierno de derechas prohíba que la sanidad pública
realice procesos de reproducción asistida a madres solteras y madres
homosexuales, que sistemáticamente obispos que reciben dinero público, no nos
olvidemos del concordato con la Santa Sede (y lo dice un católico y homosexual
que lo es, y lo es con pensamiento crítico ¡sólo faltaría que no hubiese
diversidad dentro de la comunidad católica!) califiquen a los niños y niñas
hijos de familias no heteronormativas de niños infelices, maleducados o incluso
demoníacos y criminales (¡Les faltó populistas bolivarianos! ¡Un saludo para
los geniales bolivarianos! ¡Que los nombramos siempre pero nunca les saludamos,
y ya basta!), que el ministro, por llamarlo de alguna manera F. Díaz se atreviese a decir, con sus conocimientos "limitados" sobre la biología, que las parejas homosexuales no eran útiles para la sociedad al no perpetuar la especie (tanta hipocresía en estas declaraciones...) o que muchos políticos y periodistas incluso, para intentar quedar bien, es decir, ser “políticamente correcto”
con los enemigos acérrimos e ilógicos de la comunidad LGTBI y sus familias y
compañeros de lucha, y a la vez con la comunidad LGTBI califican al matrimonio
igualitario de mera unión civil, como si con una estúpida palabra fuesen a
solucionar cientos de años de discriminación, o fueran a ayudar a cientos de
años de lucha LGTBI, pues no se puede satisfacer a todo el mundo, así que es
necesario que escojan entre ambos grupos, ustedes verán. Evitaré nombrar la doble moral de algunas personas del PP y Ciudadanos (consultad la hemeroteca, ya veréis...), porque yo creo que todos logramos comprender la situación actual con los ejemplos anteriores.
Sin embargo, en un día tan
importante como hoy hemos de quedarnos con esas familias luchadoras que con
fuerza y dedicación diaria logran cambiar drásticamente nuestra sociedad con su
labor activista. Son familias diferentes pero no por ello peores, no podemos
tener esa cobardía intelectual y humana de meternos, insultar y al fin
discriminar a un modelo que no conocemos. Es más, debemos luchar para que se
respete, debido a que quizá uno mismo va a formar una familia “normativa” lo
cual es totalmente lícito y nada reprochable ¡Sólo faltaría! “Normativa” no es
peyorativo, pero hay que tener en cuenta que homoparental, monoparental y otros
modelos, tampoco lo son. Sin embargo, quizá, amigos propios, familiares, hijos
o hermanos, formarán una familia, y será diferente a la que uno tenga ¡Incluso
las familas con un padre y una madre son diferentes entre sí! ¡No podemos
obviar lo evidente por el miedo! Simplemente hemos de usar el pensamiento
crítico, hablar directamente con esas familias, no creernos todo lo que nos
dicen ¡No debemos cometer ese error! Pero sobretodo, jamás avergonzarnos de lo
que somos, o de lo que son la gente que nos importa. Porque al fin y al cabo,
en este mundo solamente tenemos a las personas que no importan, y sin ellos,
muy posiblemente seríamos mucho menos humanos de lo que podemos llegar a ser
con ellos y ellas.
¡Feliz día contra la
homofobia y la transfobia a todos y a todas! Y mañana ¡A seguir luchando!