La historia nos explica que fue el 17 de un julio de 1936
cuando comenzó la Guerra Civil Española, poniendo punto y final a una
democracia, la de la II República. Comenzó una guerra con dos claros bandos, y
esto es importante que se diga con todas las letras: entre un bando que
defendía la democracia y otro que defendía una forma de gobierno clasista,
machista, xenófoba, fascista, totalitaria, LGTBI/GSRDIfoba… Evidentemente, este
va a ser un artículo de opinión pero va a estar basado en la historia y os
suplico que lo sigáis leyendo sin prejuicios pero con memoria.
La II República duró relativamente poco. Esta se proclamó
tras unas elecciones municipales en un abril de 1931, suponiendo unos avances
astronómicos y superlativos en cuestiones agrícolas, educativas, democráticas,
feministas, territoriales pero también religiosas y militares. Y aunque ponga
el “pero” solamente en dos cuestiones, realmente el cambio de modelo de estado
que proponía la República era lo que llevó a una clase social alta y militarista
a sublevarse.
Lo que trató la República en cuanto a progreso es
incuestionable: vehiculizar las protestas de las sufragistas en una ley que
garantizara el voto para las mujeres, avances en los derechos de lxs campesinxs
frente a los terratenientes, el divorcio, la libertad de cátedra… Es cierto que
en esta etapa se quemaron iglesias y se atacó a la baja jerarquía eclesiástica
y a monjxs con la indiferencia tácita de los gobiernos izquierdistas y
posterior arrepentimiento de una de sus cabezas visibles (Azaña), pero desde
luego no se realizó ningún genocidio.
Pero pareciera que algunos militares no estaban dispuestos a
renunciar a sus significantes privilegios ni tolerar los avances de este
gobierno. Así que ¿qué hicieron? ¿Presentarse a unas elecciones como lo hizo la
CEDA? Pues claramente no, así que tomaron las armas en contra del establecido
bando republicano o como ellos lo llamaban “rojo”, en contra de un bando sin
apenas militares, formado casi en su totalidad por personas afiliadas a
partidos políticos de izquierdas o a sindicatos y otras agrupaciones. Fue
cobarde, eso por supuesto, y como todxs sabemos, al final perdimos todxs. Y
tras asesinatos, violaciones, torturas, exilio de un pueblo por pensar como lo
hacía, y otras discriminaciones, el criminal dictador moría, no sin antes dar
su último pistoletazo con los atentados de Atocha, y no sin antes garantizarse
una clase social importante que todavía pensase aquello de que “con Franco no
se vivía tan mal”. Ya que así era, no se vivía tan mal siempre que pensaras,
hablaras, amaras, sintieses… como lo hacían el dictador y sus siervos. Y eso,
obviamente, no es vivir bien.
Es cierto que la historia es codiciosa y no es una ciencia,
por suerte o desgracia está influenciada en mayor o menor grado por los ojos u
oídos que la han sentido. Y tras 80 años del golpe a una democracia que tenía
más aciertos que errores, nos encontramos en una democracia representativa con
una monarquía y una constitución no
votada ni decidida por más del 50% de la población española, y con unas
instituciones que toleran a aquellos que se hacen llamar franquistas y
fascistas, y a un partido político con muchísimos votantes, fundado por un
ministro franquista y nacionalista español. Y todavía no han sabido pedir
perdón en nombre de su tan adorado fundador. Somos el segundo país después de
Camboya con más desparecidxs, tenemos unas instituciones y una importante parte
de la ciudadanía que no cree importante que se reivindique que matar a personas
por pensar como lo hacían no es justo, que se reivindique la memoria de las
mujeres que sufrieron solas lo indecible de criar a lxs hijxs de lxs rojxs (como
recordaba el poema de Consuelo Ruiz: Las
mujeres de los rojos), porque sus maridos o estaban muertos o estaban
exiliados en Francia u otros países…
Y es que desgraciadamente tenemos un país con muchas
personas, las cuales piensan que en el franquismo no se vivía mal, o que el
franquismo, 40 años de dictadura con todo lo que ello supuso, era igual de malo
que la República. Debemos recordarles la historia. Debemos recordarles los
aciertos y también los errores que tuvo la República, convencerlos de que las armas
jamás deben ser la solución sobre la confrontación pacífica de ideas. Es cierto
que en la Guerra Civil murieron personas de ambos bandos y ambos bandos mataron
y no quiero entrar más con este artículo en ello. Mas debemos recordar, de
nuevo, que durante 40 años, quiénes reprimieron, violaron y asesinaron fueron
el franquismo y sus secuaces, con el beneplácito de la Iglesia Católica, que
tras tildar la Guerra Civil, iniciada por el bando sublevado, de “cruzada”
todavía, tras más de 80 años, no ha pedido perdón. Y para quiénes no lo sepan,
para algunxs católicos, una cruzada supone una guerra en la que cuando matas,
lo haces para defender la religión y por tanto no es pecado, más bien todo lo
contrario, las cruzadas dan algo que lxs católicxs conocemos como indulgencia
plenaria, que grosso modo significa perdonar los actos contrarios a los
mandamientos católicos ¿Os suena lo de cruzada? Es lo que también
malinterpretan como guerra santa los yihadistas, en vez de guerra contra unx
mismo y contra los pecados personales.
Durante 40 años de dictadura, las víctimas de la Guerra
Civil y de los atentados anarquistas durante la República hacia lo
eclesiástico, fueron dignificadas y conmemoradas. Por ejemplo, sobre la Matanza
de Paracuellos, organizada por el bando republicano, y aunque hay muchas dudas
entorno e estos asesinatos, las víctimas, como debía der, fueron recordadas,
conmemoradas y dignificadas. Y los nombres de estas personas fueron recopilados
en libros y recordadas por ser, entre otras cosas, seres humanos ajenos a la
guerra. No es esto lo que pasó con las víctimas del otro bando, las cuales
hubieron de ocultarse casi en el anonimato (Mambrú
se fue a la guerra [1986]) personas y por supuesto en el anonimato político
durante 40 años, mientras veían a familiares incluso, enterradxs en fosas
comunes tras violaciones y ejecuciones a parte de encarcelamientos forzosos por
hechos tan peligrosos como que tu padre fuera republicano, o formar parte del
sindicato de profesorxs…
Debemos exigir leyes de memoria histórica justas que
dignifiquen , por un lado a lxs familiares de las víctimas del franquismo (pues
durante este período ya se dignificó a las víctimas de ciertos grupos
terroristas durante la República y a las que murieron asesinadas por el bando
republicano durante la Guerra Civil Española), y por otro exigir respeto para
con todas las víctimas y los familiares. Debemos despertar del largo letargo de
más de 80 años para considerar ya inadmisible que políticos como Rafael
Hernando se atrevan a tildar a las asociaciones de familiares de víctimas del
franquismo como de aprovechadas o escuchar cómo considera este irresponsable
franquista “corruPPto”: que los familiares se acuerdan de las víctimas solo
cuando hay una subvención por medio. Debemos ser intolerantes con la
intolerancia y la falta de empatía, debemos hablar de lo que ocurrió esos años,
y así comenzar a cerrar heridas con justicia y sin necesidad de que los
familiares de las víctimas del franquismo tengan que irse a Argentina a que una
jueza les permita exhumar una fosa común en busca de su abuela o su padre, o
tengan que ir por la calle viendo letreros de asesinos franquistas, de asesinos
que propiciaron la muerte de sus familiares, que propiciaron la injusticia en
nuestro país. Debemos exigirlo por ellxs y por nosotrxs, para poder mirarnos
con alegría y con memoria al decir que condenamos la violencia y que
confrontamos las ideas con palabras respetuosas y no con balazos, ni
violaciones, ni asesinatos, ni palizas. Sé que es mucho lo que me dejo por
contar, pero es un buen comienzo para seguir reivindicando… Para asegurarnos de
que estas atrocidades jamás vuelvan a ocurrir.