Ya debéis saber que mis análisis de películas son siempre un
poco especiales, y el que empiezo a realizar no va a ser una excepción. Es muy
cierto que hay cosas de esta película que yo hubiera cambiado, pero ya os digo
que lo que quiero resaltar con mayor fuerza es el papel de un espacio de
seguridad total para las personas de colectivos discriminados. No antes sin
embargo, de hacer un breve resumen de la película basada en la novela de título
homónimo escrita por Brent Hartinger y que tenéis en el título claro. Digamos
que el protagonista es Russell un chico gay de bachiller (16-18 años), al menos
eso supongo yo. Vive en una situación familiar y escolar de relativa
LGTBI/GSRDIfobia y sin clarxs aliadxs o “compañerxs de colectivo”.
Evidentemente Russell no ha contado a nadie su orientación y aunque no la tiene
muy asumida queda en verse con un chico con el que hablaba por internet (esto
ya casi parece un cliché nuestro), y tras un encuentro digamos, fallido al
descubrir que ambos son compañeros de instituto, volverán a coincidir hasta que
el acercamiento se hace hecho probado en un beso (qué romántico me quedó…),
visto por cierto, por una compañera lesbiana, Min, quien manda una nota a los
chicos para que se reúnan en un sito de la escuela que resulta ser el famoso
club de geografía, un lugar al que solo acude Russell y casi obligado. Mas se
convertirá en un lugar real de paz y tranquilidad para personas como Russell,
lxs marginadxs y discriminadxs (cada unx con su gradación propia), no solo
homosexuales pues también acogen a un chico heterosexual pero gravemente
acosado y humillado pos sus “compañerxs”.
Es muy cierto que casi me morí de envidia al ver ese club de
geografía encubierto y clandestino, quizá pueda sonar egoísta, pero eso es
justo lo que muchxs necesitábamos en los colegios e institutos, un lugar donde
sentirnos segurxs y poder hablar con personas como nosotrxs. Y me gusta mucho
hacer la analogía con el juego pilla-pilla y con el consiguiente concepto de
“casa” o “maret”, lugar donde básicamente no te pueden pillar durante cierto
tiempo, en el cual piensas como ganar al que pilla.
Sí claro ¡Estás fomentando que la gente del colectivo se
quede toda la vida en el armario!, podréis pensar muchxs, y lícitamente además.
No obstante cada persona es un mundo y a mí me hubiera gustado empoderarme de
otro modo más humano… Y sí, digo empoderarse, que es sentirse bien con unx
mismx y no temer a decirlo si esa es tu decisión. Y me parece que empoderarse a
través de ayuda colectiva, no solo individual, sería muy positivo. Es notorio
que en estos tiempos todo miembro del colectivo LGTBI/GSRDI sabe que no está
solx, pero a veces es necesario verlo con tus propios ojos y ver que todo
mejora. Tener una confidente heterosexual y luchadora, como la que
fue y es la mía, sin duda fue un privilegio, pero sigo pensando que se podría
plantear la existencia de clubes o lugares donde jóvenes o quiénes lo
necesitaran pudieran gozar de tranquilidad para poder pensar y empoderarse para
así llevar el camino tortuoso de la aceptación personal más llevadero, teniendo
siempre en cuenta que la LGTBI/GSRDIfobia siempre va a estar detrás si no haces
nada para evitarlo. Empoderarse significaría perderle el miedo a esa
discriminación y conseguir la fuerza para enfrentarlo día a día.
Evidentemente debe haber diferentes clubes de geografía, en
algunas facultades, muchos colectivos los organizan, y estos son clubes
feministas, LGTBI, antirracistas… en todos los ámbitos, pero es muy importante
que también los haya en ámbitos frecuentados por adolescentes. Este grupo
social de edad en comparación con el de lxs adultxs comparten problemas pero
muchos de ellos son diferentes, la microsociedad alterna de lxs adolescentes
permite llegar a discriminaciones con consecuencias mucho más graves que las
que se permiten en la sociedad de personas adultas, al menos en algunos de los
casos. Por ejemplo, todxs sabemos que el acoso escolar o el llamado bullying es
cosa de adolescentes, de niñxs, y es cierto que el acoso laboral también
existe, sobretodo hacia las mujeres, pero repito que unx adolescente y unx
adultx son diferentes, y tener que soportar 5 días a la semana de 9 de 24 horas
que dura un día a unas personas acosándote llega a ser insoportable para
adolescentes (y adultxs jóvenes que acaban incluso quitándose la vida, los
casos desgraciadamente son muchos) que en muchos casos no tienen ningún apoyo o
aliadx con quien tener espacios de seguridad. Garantizar estos espacios de
empoderamiento seguro para ellxs debería ser una prioridad. Es cierto que el
paso lo van a tener que seguir dando solxs, desgraciadamente, pero saber que tienes
un punto de apoyo seguro podría darles la fuerza para seguir adelante, reducir
el maltrato y suicidios y conseguir la felicidad de la persona y de su grupo.
Sé que suena un poco grandilocuente pero de verdad siento que estas
herramientas colectivas podrían beneficiar mucho la vida de adolescentes
LGTBI/GSRDI y de otros colectivos. Leed el libro o ved la película, más
adelante reanudaremos el debate…