24/12/2016

Breve H!$tor!@ de un@ P@nza Subver$!v@

No es la primera vez que escribo de gordofobia, pero sí quizá sobre la que yo experimento. A continuación me describiré para poneros en situación. Yo, FGM, con mis 22 años de vida siempre he sido gordo, esto es así. Es cierto que cuando era adolescente más o menos con 14 años inicié una dieta y entre la dieta, la presión impuesta por la sociedad y sobre todo mi padre (también gordo toda su vida) con el que no tengo muy buena relación, conseguí estar en mi supuesto peso ideal, y ni siquiera me dejó tranquilo al contrario de lo que yo pensaba, estar en mi peso ideal, pues todavía seguía siendo homosexual y no tenía a nadie seguro con quien poder hablar, llorar, abrazar, o amar. Aunque seamos sincerxs, ahora uno se da cuenta de que verdaderamente era lo que decía Killadamente: "era un gordo en pausa". Al escribirlo hace gracia ¡Incluso a mí mismo! No sé la razón supongo que reírse de uno mismo a veces es necesario, sobre todo con toda esa presión externa de la que hablaba.


Nunca he aceptado al 100% a mi cuerpo, y esto ya no es tan divertido ¿No? Pues evidentemente que no. Supongo que en mi infancia solo me importaba parecer delgado o masculino, sobre todo después de contarle en un arrebato a un amigo, un pensamiento de un niño confundido como lo era yo con menos de 8 años ¡¿Y quién no lo está confundidx con 8 años?! El pensamiento de que yo quería ser chica. Luego descubrí que se podía ser chico, amar y sentirse atraídx por personas de tu mismo género y sexo, eso junto a una mayor madurez intelectual me hizo ver que yo me sentía bien con mi género, mi sexo y mi orientación sexual. Cada una de las cuales vino cada vez más tarde, pues yo comencé a aceptar mi orientación sexual a los 15 años, sobre aceptar a mi propio cuerpo… eso todavía cuesta.

De adolescente ya se juntó todo un poco, con la mágica dieta había conseguido una forma física atractiva para el patriarcado godófobo, cosa que yo evidentemente desconocía absolutamente, por otro lado. Ahora bien, el problema actual era la homosexualidad, así que vuelta la mula al trigo y cirulo vicioso completado. Todo hasta que llegué a la universidad hace ya algo más de 4 años ¡Había gente como yo! ¡Y lo decía! ¡Lo que venían diciendo las películas era cierto! ¡Se podía ser gay sin que pasara nada (al menos en algunos ámbitos, en otros…)! Claro que… ¿Se podría ser gay y gordo a la vez? ¿No se suponía que los gais éramos todos guapos y atléticos?
 
www.stopgordofobia.com
Y hace 2 años descubría la maravillosa organización STOP GRODOFOBIA y al feminismo ¡Por fin una voz diferente! Alguien que te decía que eras atractivo tal y como eras ¡Todos los cuerpos son válidos y bellos! Claro, que es lo de siempre, del dicho al hecho, hay mucho trecho ¡No vale con leer STOP GORDOFOBIA si luego no acepto mi propio cuerpo! ¡Si no acepto una parte de mí! Y esto es duro. Por eso quiero profundizar más en esta parte, la parte de la aceptación de la gordura. Y no estoy hablando de salud, evidentemente la salud no es por lo que yo no acepto mi cuerpo ¡Eso sería muy simple! No, no lo acepto porque me miro desnudo al espejo y ¡sí!, yo puedo mirarme pero me da miedo, ¡horror! Que alguien me vea desnudo así. Mientras que a los 15 años lo que me daba miedo era que me viesen con otro chico (¡No que ese otro chico me viera desnudo a mí!), Ahora lo que aterroriza es que otro hombre me vea desnudo, supongo que todxs necesitamos que alguien nos diga que somos hermosoxs…
Porque es duro y muy doloroso desafiar a la gordofobia, la medicina o la moda que te califican continuamente de vago y sedentario ¡cuando no lo eres! Saliendo a correr, a andar, a hacer ejercicio en general ¡Porque quieres estar sano!, ¡te despeja! o simplemente porque te gusta. Y en ese momento, aquel momento en que te llega un subidón de autoestima y ganas de luchar, llegan las constantes miradas y por ende tus consecuentes pensamientos casi paranoides (aviso que esto quizá no todo el mundo lo entienda, estas son sensaciones que tengo yo personalmente y que no impongo a nadie, repito: es como yo me siento): la mirada del señor ese que seguro que piensa que el médico le ha prescrito correr por lo gordo que está, porque está enfermo, o incluso ha tenido una cardiopatía supuesta con 22 años; el adolescente que mira a su amigo y se ríe del gordo asmático ese que está cansado de correr; El corredor profesional guapo y atlético que te sonríe seguramente por admiración pero que tú lo único que puensas es en  que solo quieres desaparecer porque sientes que jamás le podrás parecer atractivo o interesante o amigable incluso; el grupo de corredores profesionales al que tú ¡temes ves! Pues se burlarían de ti, te perseguirían o te pegarían; el grupo de chicxs de la discoteca que te mira bailar (aunque lo hagas muchísimo mejor que ellxs), te miran tu cuerpo, tu supuestamente horrible cuerpo o quizá solo quieren copiarte algunos pasos de baile pero tú te achantas y te vas para otro sitio; el dependiente que te dice que los pantalones pitillos no están hechos para “gente como tú”, aunque tú te los puedas poner, aunque te gusten cómo te quedan; tus propixs compañerxs a la hora de comer en la cafetería, donde temes comer algo diferente o más que los lxs mismxs o básicamente comer delante de otrxs porque te horroriza que te juzguen…

Por todas estas miradas y pensamientos, y además habiendo tenido la experiencia de que te juzguen desconocidos o personas cuya opinión no te importa en referencia, como es el caso, a tu orientación sexual y a tu estúpida forma de mover las manos, tus gustos musicales o cualquier otra chorrada, decidí un buen día decirles: ¡qué os den a todxs! Al dependiente que opina de mi cuerpo, a lxs que me juzguen sin tan siquiera hablar conmigo de otros asuntos que no sean mi cuerpo, a las personas que te dicen que tú también puedes ser hermoso si adelgazas (¡No perdona eh! ¡Ya lo soy!), al tío que se cree que por ser gordo estoy dispuesto a acostarme con él y a todxs lxs que seáis machistas, LGTBI/GSRDIfobxs, racistas, xenófobxs, GORDÓFOBXS…



He decidido comenzar a quererme. Sé que no será fácil, sé que me costará y que habrá días en que me vuelva a sentir como aquellas veces, aquellas que sólo lxs gordxs sabemos. No obstante vale la pena intentarlo y lograrlo. Así que seguiremos haciendo ejercicio si nos gusta, seguiremos comiendo chocolate, nocilla y hamburguesas de avena (responsablemente, pues aunque nos guste comer, solo lo hacemos un máximo de 5 veces al día ¡Como todo el mundo! ¡Nosotrxs somos lxs más conscientes de nuestra salud!), seguiremos poniéndonos la ropa que nos dé la gana ¡Siempre que quepamos en ella! ¿Por qué no?, seguiremos amando a quién queramos, adelgazaremos sólo si eso es lo que queremos y no porque nadie nos lo diga, pasando por un cuerpo sublime y de pecado, a otro sublime y de pecado y en esos días en que ya no pueda más con todo, me pasaré por aquí a releer todo esto, estoy seguro de que me ayudará y espero que pueda ayudar a muchas personas… ¡Ánimo a las panzas subversivas (como dice Magdalena Piñeyro)!

07/12/2016

C!nemát!c@ (VII): "Geography Club"

Ya debéis saber que mis análisis de películas son siempre un poco especiales, y el que empiezo a realizar no va a ser una excepción. Es muy cierto que hay cosas de esta película que yo hubiera cambiado, pero ya os digo que lo que quiero resaltar con mayor fuerza es el papel de un espacio de seguridad total para las personas de colectivos discriminados. No antes sin embargo, de hacer un breve resumen de la película basada en la novela de título homónimo escrita por Brent Hartinger y que tenéis en el título claro. Digamos que el protagonista es Russell un chico gay de bachiller (16-18 años), al menos eso supongo yo. Vive en una situación familiar y escolar de relativa LGTBI/GSRDIfobia y sin clarxs aliadxs o “compañerxs de colectivo”. Evidentemente Russell no ha contado a nadie su orientación y aunque no la tiene muy asumida queda en verse con un chico con el que hablaba por internet (esto ya casi parece un cliché nuestro), y tras un encuentro digamos, fallido al descubrir que ambos son compañeros de instituto, volverán a coincidir hasta que el acercamiento se hace hecho probado en un beso (qué romántico me quedó…), visto por cierto, por una compañera lesbiana, Min, quien manda una nota a los chicos para que se reúnan en un sito de la escuela que resulta ser el famoso club de geografía, un lugar al que solo acude Russell y casi obligado. Mas se convertirá en un lugar real de paz y tranquilidad para personas como Russell, lxs marginadxs y discriminadxs (cada unx con su gradación propia), no solo homosexuales pues también acogen a un chico heterosexual pero gravemente acosado y humillado pos sus “compañerxs”.



Es muy cierto que casi me morí de envidia al ver ese club de geografía encubierto y clandestino, quizá pueda sonar egoísta, pero eso es justo lo que muchxs necesitábamos en los colegios e institutos, un lugar donde sentirnos segurxs y poder hablar con personas como nosotrxs. Y me gusta mucho hacer la analogía con el juego pilla-pilla y con el consiguiente concepto de “casa” o “maret”, lugar donde básicamente no te pueden pillar durante cierto tiempo, en el cual piensas como ganar al que pilla.
Sí claro ¡Estás fomentando que la gente del colectivo se quede toda la vida en el armario!, podréis pensar muchxs, y lícitamente además. No obstante cada persona es un mundo y a mí me hubiera gustado empoderarme de otro modo más humano… Y sí, digo empoderarse, que es sentirse bien con unx mismx y no temer a decirlo si esa es tu decisión. Y me parece que empoderarse a través de ayuda colectiva, no solo individual, sería muy positivo. Es notorio que en estos tiempos todo miembro del colectivo LGTBI/GSRDI sabe que no está solx, pero a veces es necesario verlo con tus propios ojos y ver que todo mejora. Tener una confidente heterosexual y luchadora, como la que fue y es la mía, sin duda fue un privilegio, pero sigo pensando que se podría plantear la existencia de clubes o lugares donde jóvenes o quiénes lo necesitaran pudieran gozar de tranquilidad para poder pensar y empoderarse para así llevar el camino tortuoso de la aceptación personal más llevadero, teniendo siempre en cuenta que la LGTBI/GSRDIfobia siempre va a estar detrás si no haces nada para evitarlo. Empoderarse significaría perderle el miedo a esa discriminación y conseguir la fuerza para enfrentarlo día a día.



Evidentemente debe haber diferentes clubes de geografía, en algunas facultades, muchos colectivos los organizan, y estos son clubes feministas, LGTBI, antirracistas… en todos los ámbitos, pero es muy importante que también los haya en ámbitos frecuentados por adolescentes. Este grupo social de edad en comparación con el de lxs adultxs comparten problemas pero muchos de ellos son diferentes, la microsociedad alterna de lxs adolescentes permite llegar a discriminaciones con consecuencias mucho más graves que las que se permiten en la sociedad de personas adultas, al menos en algunos de los casos. Por ejemplo, todxs sabemos que el acoso escolar o el llamado bullying es cosa de adolescentes, de niñxs, y es cierto que el acoso laboral también existe, sobretodo hacia las mujeres, pero repito que unx adolescente y unx adultx son diferentes, y tener que soportar 5 días a la semana de 9 de 24 horas que dura un día a unas personas acosándote llega a ser insoportable para adolescentes (y adultxs jóvenes que acaban incluso quitándose la vida, los casos desgraciadamente son muchos) que en muchos casos no tienen ningún apoyo o aliadx con quien tener espacios de seguridad. Garantizar estos espacios de empoderamiento seguro para ellxs debería ser una prioridad. Es cierto que el paso lo van a tener que seguir dando solxs, desgraciadamente, pero saber que tienes un punto de apoyo seguro podría darles la fuerza para seguir adelante, reducir el maltrato y suicidios y conseguir la felicidad de la persona y de su grupo. Sé que suena un poco grandilocuente pero de verdad siento que estas herramientas colectivas podrían beneficiar mucho la vida de adolescentes LGTBI/GSRDI y de otros colectivos. Leed el libro o ved la película, más adelante reanudaremos el debate…